Todos somos entes políticos. Nuestras acciones tienen cierta carga ideológica aunque no reparemos en ello. Los políticos deben de preservar el bien común y corregir en lo posible las tendencias contrarias, y sus representados tenemos la obligación de velar, de vigilar siempre sus decisiones, sobre todo aquellas que vulneran la cohesión de la sociedad. Nadie es apolítico, otra cosa bien distinta es no participar activamente en política. Conviene tener los ojos bien abiertos.
miércoles, 20 de enero de 2016
sábado, 9 de enero de 2016
La soledad del corredor de fondo
Colin Smith (Tom Courtenay) en la película homónima de 1962, es recluido en un reformatorio tras un robo en una panadería. Allí comienza a correr como vía de escape en medio de una disciplina severa, al tiempo que a través de flashbacks y zancadas recuerda los episodios que han jalonado su vida. Nuestro presidente en funciones, el sr. Rajoy, aunque demasiado tarde, se ha percatado al fin de que los episodios sucedidos en su legislatura son un estorbo colosal para aglutinar una mayoría que permita su reelección.
Cuando el 10 de febrero de 2012 fue aprobada en Consejo de Ministros la Reforma Laboral, respaldada como Ley 4 meses después por PP y CIU, el sr. Rajoy, probablemente sin ser consciente de ello, rasgaba de un tajo la confianza de muchos españoles que le habían dado su voto. La Reforma de 2010 y anteriores, eran una broma comparadas con lo que se acababa de aprobar, incluidos despidos sin causa justificada, como una enfermedad con baja prolongada. Lo llamativo de aquel invierno de 2012, es que empresarios y sindicatos estaban a punto de cerrar un acuerdo definitivo al respecto sin desequilibrios indeseables; cuando, de súbito, el sr. Rajoy despachó aquella convergencia a punto de fraguar, imponiendo inmisericorde la ordenada desde Bruselas sin el mínimo debate. Lo más sorprendente no fue la exigencia comunitaria que quebraba decenios de conquistas obreras, sino que una reforma de profundísimo calada como esa, con consecuencias para la vida futura de la sociedad en su conjunto, todavía sin valorar con justeza a día de hoy, no fuera explicada con profusión por nuestro Presidente y sí por la ministra del ramo sra. Báñez. En ese momento, creo que millones de españoles nos sentimos huérfanos por la invisibilidad del máximo mandatario y sin entender ni jota del asunto. La Reforma pretendía según palabras textuales "Facilitar la contratación con especial atención a los jóvenes y a los parados de larga duración, potenciar los contratos indefinidos frente a los temporales y que el despido sea el último recurso de las empresas en crisis", además de "acabar con la rigidez del mercado de trabajo y sentar las bases para crear empleo estable". Parece un sarcasmo, ¿verdad?
Desde ese febrero de 2012, el sr. Rajoy se ha sentido cómodo en las ausencias, ha puesto de moda las ruedas de prensa diferidas y sin opción de preguntas, ha batido el récord de Decretos Ley con relación a Proyectos de Ley, a 1 de agosto pasado los diputados del PP habían vetado 70 veces la comparecencia del Presidente en el Congreso, especialmente cuando el tema a abordar era el de la corrupción que le afecta a él directamente; y por desgracia nunca ha buscado el consenso con otras fuerzas, pues con su mayoría absoluta se sobraba.
Desde la investidura y durante 3 años largos, el PP de Madrid, el que gobierna (no el PP de infinidad de municipios ni el PP de algunas comunidades) ha aprobado sin consenso, más allá de apoyos puntuales -los de CIU paradógicamente-, las subidas del IVA e IRPF en enero de 2012, la LOMCE, la Ley de Seguridad Ciudadana o "Ley Mordaza", la Ley de Enjuiciamiento Criminal -estas 2 últimas con fuerte contestación por parte de la Judicatura-, ha ignorado el Pacto de Toledo a pesar de apelar en todo momento a él en la Oposición, ha promovido la derogación de la Justicia Universal, recortado en Sanidad, Educación, I+D+i, ha ignorado la Ley de Dependencia hasta ser hoy un derecho muy restringido, ha dado la puntilla a las energías renovables, ha agravado y de qué manera el asunto identitario en Cataluña con su inacción, ha agigantado la brecha social hasta ser hoy nuestro país el segundo más desigual en Europa, y, faltaría más, sigue sin presentarnos un relato veraz en cuanto a los papeles del sr. Bárcenas, como esa última noticia que ha salido a la luz esta semana diciendo que la reforma de Génova 13 no contaba con licencia municipal de obras, ahorrándose así más de 200.000 €. Y todo ello a lo Juan Palomo: yo me lo guiso yo me lo como. Porque dialogar con las fuerzas de la Oposición el sr. Rajoy solo lo ha hecho en los últimos meses, cuando las encuestas no le eran propicias. Así logró apoyos de algunos dirigentes no populares tras la deriva catalanista y el atentado de París, pero ya en pleno otoño.
Por tanto, con ese bagaje tan pobre en cuanto a diálogo y consensos a lo largo de casi toda la legislatura, es difícil que el resto de fuerzas quieran ahora darle su apoyo; porque la memoria a veces tiene las alas muy cortas, pero no tanto como para hacer borrón y cuenta nueva en un periquete.
Supongo que nuestro Presidente en funciones (recordemos que es el peor valorado de nuestra democracia desde 1977) debe de estar cavilando en todo cuanto han podido hacer mal en estos últimos 4 años, y finalmente se habrá dado cuenta del porqué se encuentra en un insultante estado de soledad y su partido genera tanto rechazo, algo que puede dar al traste con sus aspiraciones de no remediarlo unas nuevas elecciones. Por cierto ¿Al fin ha publicado el PP, el de Génova, el coste de su última campaña para las generales? Bendita transparencia.
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