lunes, 6 de mayo de 2019

Reflexiones tras el 28A

  Creo, y no temo equivocarme en esta breve introducción, que si algo ha dejado de manifiesto todo este tiempo previo a las elecciones generales, es la baja calidad de nuestros políticos, seguramente los más mediocres de la historia democrática en los últimos cuarenta años. Los aspirantes a llevar las riendas de la nación no dan la talla, especialmente alguno de ellos, al cual sus acólitos y subalternos lo ven superado, creyendo que en el partido, al menos 3 ó 4 de los dirigentes que lo integran, le darían sopas con honda. Si no bastaba con escuchar las ocurrencias, estupideces, exageraciones y hasta discursos apocalíptico-belicistas por parte de nuestros representantes, los dos debates emitidos a través de las televisiones, volvieron a confirmar que España tiene un problema y muy serio con la clase dirigente, algo que se confirma en cada veredicto del CIS. Es probable que, tanto los tiempos frenéticos que nos ha tocado vivir, el empacho de redes sociales con sus más que frecuentes como indeseables fake news, además del propio formato a 4 de ambos debates en días consecutivos, ayuden muy poco a nuestros representantes, mucho más preocupados por la inmediatez de las causas-efectos que por una visión de largo alcance, donde España sea la meta y no una especie de tarta que se arroja a la cara del adversario para convertirlo en enemigo irreconciliable.


    Una de las particularidades más llamativas en 2019 es que aún siga vigente la normativa electoral de 1985. No es de recibo que en pleno siglo XXI estén sin regularse los debates para convertirlos en obligatorios. Creo que es una de las primeras medidas a tomar por parte de nuestros representantes para que en los próximos comicios electorales  no estemos de nuevo especulando al respecto. Como es un anacronismo que en los últimos 5 días de campaña se prohíban los sondeos, algo que no ocurre en otros países de nuestro entorno. Y todavía más trascendente es que elección tras elección, un porcentaje elevadísimo de ciudadanos que votan por correo no lo puedan hacer porque no les llegan las papeletas a tiempo. Creo que los partidos, Correos y la Administración, deberían de subsanar algo tan incomprensible como esto, y así, en próximos comicios, no volver a escuchar algo tan impropio en un país con más de 40 años de elecciones a la espalda.


 
    Otra de las noticias que ha dejado el 28 de Abril es el tino del CIS del Sr. Tezanos al, más o menos, clavar los resultados de las urnas. El organismo estatal, que había errado de forma mayúscula con los resultados que se iban a producir en Andalucía, y que hubo de escuchar las críticas y mofas de los diversos líderes políticos, en esta ocasión, y probablemente atendiendo con más empeño "a la cocina" de otros tiempos, se ha sacado la espina con un éxito clamoroso.


 Otra de las conclusiones que confirma la legislativa del pasado abril, es que cuando el porcentaje de votantes crece, también crece la posibilidad de que las izquierdas gobiernen (no se pueden olvidar aquellas palabras en off del defenestrado Sr. Elorriaga, al admitir que a su partido, el PP, siempre le iría mejor en un escenario con un buen puñado de abstencionistas). Históricamente, el votante de izquierdas ha sido por naturaleza más crítico que el de derechas, si bien los votantes críticos existen en todos los partidos, faltaría más.


      En cuanto al resultado final del escrutinio, debería de, me parece a mí, resaltar que, en buena medida, la victoria del Sr. Sànchez se debe al fraccionamiento de la derecha, pero también a deméritos de sus adversarios que a aciertos propios. Utilizando la vieja estrategia del Sr. Rajoy, la del perfil bajo por la cual prima por encima de cualquier otro asunto el no cometer errores clamorosos, ha dejado que los tres líderes (mejor dos, pues el más extremo apostó por no arriesgarse con entrevistas comprometedoras) del bloque contendiente, y uno especialmente, discurriera el discurso más aguerrido y alejado de la realidad con el mismo vértigo y velocidad con que consumía kilómetros y kilómetros por las carreteras españolas, rescatando la temeridad  de tiempos lejanos y al tiempo el rechazo que en su día generaba el conservadurismo preconstitucional.


     Por último, debemos de apuntar en el debe de los partidos, el escaso nivel propositivo para hacer de España un país más próspero, primando las descalificaciones, las mentiras y el juego sucio, en resumidas cuentas, la crispación. España tiene desafíos tremendos que debería de abordar más pronto que tarde. Uno es el cambio climático y que no admite más prorrogas de inacción. Si no se aborda con premura a nivel global, todo lo demás no hace falta discutirlo. El otro es el de la necesidad imperiosa de afrontar un cambio del MODELO PRODUCTIVO. La creación de riqueza española siempre se ha sustentado en la volatilidad que infla burbujas sin futuro, la especulación y, en resumidas cuentas, en la insostenibilidad a largo plazo del modelo económico. Aprovechando algo más que las buenas palabras, me parece a mí una ocasión única esta de frenar el cambio climático implimentando políticas que ayuden a un tiempo a ese tan necesario cambio de MODELO PRODUCTIVO que de una vez por todas ayude a aliviar la vergonzosa desigualdad provocada por la crisis y su errada gestión. El otro gran problema español es el asunto catalán. Olvidándonos de la crisis identitaria no haremos otra cosa que hacerla más grande y enquistarla. Desde mi punto de vista se debe de dialogar, dialogar y dialogar. Los cortafuegos sirven para un momento y para mitigar la voracidad de las llamas, pero no evitan la destrucción de lo que se quema. Al hilo de esto último, quienes abogan por la centralidad sin matices y la mano dura, deberían de leer con detenimiento los resultados del 28A, en ellos se constata el crecimiento de los nacionalismos periféricos. Es un claro aviso para navegantes. Por último, quien ostente el mando del ejecutivo, tiene la ineludible obligación de buscar el consenso para un amplio acuerdo entre todos los actores económicos y políticos a fin de que se llegue a un gran pacto económico, como lo fueron en su día Los Pactos de la Moncloa capitaneados por el Sr. Suárez. Ahora bien, me temo que la actual clase política no esté a la altura de las circunstancias. Ojalá me equivoque. Pero este es un asunto que por si solo requiere de una amplia explicación que abordaré en otra ocasión.

Las preguntas de la semana

  ¿Por qué nuestros sesudos políticos -de un color u otro, y lo resalto-, cuando están en la Oposición, tienen la fea costumbre de poner rep...