viernes, 8 de diciembre de 2017

El bucle de las pensiones

  La influyente  y en ocasiones metomentodo OCDE, predice que España se convertirá en el segundo país más envejecido de la Tierra hacia el año 2050, con 3 pensionistas por cada 4 personas en edad de trabajar. Indica que "las pensiones son muy altas en comparación con las de otros países de la Organización, y que debería de retrasarse la edad de jubilación para mantener la viabilidad del sistema". Añade para justificar la reflexión en torno a la edad de dejar de laborar, que, "en el año 2050, habrá 76 pensionistas por cada 100 habitantes en edad de trabajar".

   A la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico con sede en París, no le falta razón al poner en tela de juicio el actual sistema español de pensiones; sin embargo, solo aconseja la medida facilona y drástica de aumentar la edad de jubilación; aunque también podría añadir la otra tan simple e igual de dramática de reducir su cuantía, algo sugerido por otras organizaciones en precedentes informes. Digamos que la Organización encargada de difundir los informes PISA va de la mano de otras organizaciones mundiales, europeas y patrias, que abogan por una única vía, cual es la de condenar, y de esa manera culpabilizar en exclusiva a los trabajadores del desajuste que ha de acabar con el actual sistema.

  Las preguntas que deberían de plantearse muy seriamente los políticos que nos representan, los que gobiernan y quienes ocupan la Oposición, son: ¿hay otras alternativas menos drásticas y no tan nocivas para la ciudanía? ¿Hay espacio para explorar vías menos dañinas y al mismo tiempo más fructíferas para España, al margen de las de cortar por lo sano? ¿Las hay de veras? Yo creo que sí. Otra cosa es que vayan a ser fáciles y baratas.

  Desde que España se convirtió en miembro de hecho de las Comunidades Europeas, hace casi 32 años, no ha hecho otra cosa que mantener e incluso afianzar su modelo productivo en torno a las directrices emanadas desde la vieja Europa. A cambio, y durante un montón de años, España se convirtió en país receptor de fondos que solo en parte ayudaron a vertebrarlo, acercándonos al nivel de vida de nuestros vecinos del Norte. Sin embargo, otra buena parte de esos dineros que deberían de haber cohesionado el territorio nacional, se despilfarraron en infraestructuras e incluso monumentos insostenibles en el largo plazo. Aquel capital como llovido del cielo, nunca se llegó a invertir en explorar nuevas actividades económicas que vinieran a diversificar e hiciera aumentar el valor añadido en el mercado laboral de entonces, más allá de los sectores con real capacidad de crear empleo, como la construcción, la agricultura/ganadería o comercio/hostelería, sectores expuestos al albur de un positivo ciclo económico, a la benignidad del tiempo atmosférico o a la temporalidad/precariedad de las personas contratadas.

  A punto de finiquitar el 2017, ninguno de nuestros políticos se ha planteado seriamente un cambio del modelo productivo (es el gran problema de España, confirmado a través de los años por la tasa de paro que casi siempre dobla a la europea), como mucho lo ha sugerido, sin poner sobre la mesa acciones concretas que profundicen en la generalización de otras actividades económicas, y así minimizar los embates de una nueva crisis que se lleve por delante el monocultivo de la hostelería. Hay varios factores de índole económica que la dificultan, entre ellas el cumplimiento a rajatabla del déficit público con Europa. Pero, si no hacemos nada al respecto, si no se aborda de una vez por todas un cambio radical al respecto, España y sus pensiones están abocadas al fracaso, al empobrecimiento paulatino de sus jubilados. Mejor prevenir, porque el remedio, estoy convencido, va a resultar mucho peor que la enfermedad.

  Medidas tan controvertidas como la Reforma Laboral de 2012, que nos vendieron como la panacea perfecta para crear empleo constante a partir de un crecimiento del 1,5 %, que iba a servir para afianzar la contratación indefinida, además de favorecer el empleo de los más jóvenes, se ha mostrado errática e insolidaria, permitiendo ahí donde no imperaba el Convenio Colectivo Sectorial, la bajada de salarios, el fraccionamiento de trabajos, cuando no el laboreo de horas sin cotizar. Todo ello ha propiciado una bajada sustancial en las cotizaciones a la Seguridad Social y el empobrecimiento generalizado del País, de ahí su competitividad a la hora de exportar. En resumidas cuentas, la drástica reforma de 2012 perjudica notoriamente las opciones de emanciparse y de crear una familia.

  Para terminar quiero decir que todo cambio radical requiere dinero. Cientos de miles de españoles han tenido que endeudarse cuando se plantearon abrir un comercio, una industria u otro negocio. Si nadie hubiera estado dispuesto a endeudarse, muchos empresarios y autónomos no existirían, solo los ricos de nacimiento o por herencia. España, estoy completamente convencido, tiene parcelas por explorar con un valor añadido que no ofrecen otras actividades. Ahí están las renovables, la investigación en el campo de la biomédica, en el sector de las nuevas tecnologías y la robótica, e incluso volver sobre industrias ya abandonadas. De todos modos, son los expertos quienes deberían de tener la última palabra a la hora de apostar en serio por un cambio radical de nuestro modelo productivo. No hacerlo supondrá en el largo plazo la disolución del sistema actual de pensiones.


lunes, 26 de junio de 2017

¡Sin complejos!

  Hoy hace un año que el PP ganó las últimas elecciones. Amplió el número de diputados hasta casi los 140, aunque quedándose lejos de la mayoría absoluta. Para investir de nuevo al sr. Rajoy como presidente de todos los españoles, los populares necesitaron la abstención del PSOE y suscribir varios acuerdos con C's, entre ellos la creación de una Comisión de Investigación referida a la presunta financiación irregular durante más de dos decenios del partido con sede en Génova 13. Entonces el PP no puso objeción alguna.

  Un año después, el partido en el gobierno se desdice, y lo que antes valía (rubricado como condición imprescindible por ambas formaciones), ahora ya no, a pesar de que si hoy don Mariano es presidente, se debe, entre otras causas, a haber aceptado que su formación fuera investigada en sede parlamentaria. De nada les vale la clamorosa mayoría de diputados -ellos incluidos, para no quedarse solos- aprobando la creación de la C. de I., pues su Vicesecretario General, el sr. Martínez Maíllo, anuncia ahora la intención de su partido de recurrir al Tribunal Constitucional. Por su parte, la Mesa del Congreso rechazará tal propósito.

  A primera vista parece un despropósito mayúsculo que viene a confirmar el nulo interés de los populares por la transparencia y la colaboración, afianzando en el imaginario de la ciudadanía, la poca sensatez -palabra favorita de nuestro presidente- y mínima credibilidad de quienes nos gobiernan.

  En resumidas cuentas, este episodio empobrece un poco más la calidad democrática de los servidores públicos, confirmando de nuevo que al partido que ostenta el gobierno de España, no le importa incumplir los acuerdos si no son de su agrado, aunque previamente se haya servido de ellos para alcanzar sus objetivos.

  

domingo, 23 de abril de 2017

¿Hay alguien ahí?

  Lo que se está destapando y cuanto pueda salir a la luz referido a la Comunidad de Madrid, es un nuevo jirón en la piel de toro de nuestra España, aunque ya no nos sorprenda. Lo que de verdad asombra, es la utilización indisimulada por parte del PP en el Gobierno (el de Génova 13, el nacional) con respecto a la Fiscalía Anticorrupción, o eso parece, a tenor de los movimientos de esta, orientados a obstruir la acción inherente a ella, que no es otra que la acusatoria, cuando hay pruebas que la acreditan.

  El pasado 22 de febrero, el sr. Manuel Moix era nombrado Fiscal Jefe de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, por el Consejo de Ministros, a propuesta del Fiscal General del Estado, don José Manuel Maza. Un nombramiento que desaconsejaba la Unión Progresista de Fiscales vistos sus antecedentes más inmediatos, además del escaso bagaje en la esfera de los delitos de corrupción, algo insólito en los últimos años para nominaciones de ese tenor. Ya en una grabacion del verano pasado, el sr. González, ahora en prisión, y el ex ministro, sr. Zaplana, se congratulaban de su futuro nombramiento, lo que da idea de la cercanía del nuevo fiscal hacia Génova, algo por otra parte que ya no nos puede pillar de sorpresa, pues en tiempos muy concretos de gobiernos del sr. Felipe González y del sr. Aznar, ocurría algo parecido. No obstante, el descaro con el cual parece actuar este PP en minoría, me parece a mí que alcanza la mayor de las desvergüenzas, sino distorsiona descaradamente la independencia del tercero de los poderes.

    El sr. Catalá, a día de hoy ministro de Justicia, y probablemente el más político del ramo en los últimos años, además de un pésimo servidor público, es quien está abogando por nombramientos de personas próximas al Gobierno; así que no es extraño que políticos de su bando, presuntamente corruptos, como no hace mucho el sr. Sánchez en Murcia, o ahora el sr. González, supieran que se les investigaba. Ni tampoco que el Ministro apostara decididamente por la destitución de la sra. Consuelo Madrigal, para poner al sr. Maza al frente de la Fiscalía General del Estado. Al sr. Maza, o esa parece la intención, se le ha encomendado la ardua tarea de minimizar los múltiples golpes judiciales contra el PP (el nacional), aminorando en lo posible el desgaste del sr. Rajoy y de su gabinete.

  En dos meses que se han cumplido ayer desde el nombramiento, el sr. Moix ha pisado varios charcos que en un país de nuestro entorno serían un escandalazo. Los últimos, que ordenara, o mejor, intentara, evitar los registros en la sede del Canal de Isabel II, algo que no logró gracias a la resolución de la Junta de Fiscales que revocaba tal disparate. Lo segundo, que a cambio de la revocación, al sr. González no se le imputara el delito de integrar una asociación criminal, finalmente objetivo alcanzado; aunque creo que el juez, el sr. Eloy Velasco, no va a tragar con algo tan obvio.

  Todo esto no ocurriría si hubiera una auténtica voluntad política de acabar con esta lacra que corroe los cimientos del Estado. Esa voluntad, por mucho que el PP (el nacional, el de Génova 13), nos la predica a la mínima oportunidad, recordándonos sus "innumerables" resoluciones para atajarla, de su disposición a la transparencia y de colaboración incondicional con la justicia, queda desmentida por los acontecimientos recientes de Murcia y Madrid, sin olvidarnos, del registro por más de 13 horas en Génova, al no facilitársele la documentación requerida al Juez Ruz; el destrozo a conciencia del ordenador del sr. Bárcenas o del Partido, que ya ni se sabe; o ese despido en diferido del Tesorero, con derecho a despacho, coche oficial y secretaria, amén de un sueldazo de campanillas, cuando "estaba despedido". Por no recordar que el PP es quien acordó reducir el tiempo de investigación (casos complejos incluidos) a 6 meses.

  Lo más sangrante para los españoles que sí queremos transparencia, ética y buen manejo de los dineros públicos, es que los partidos de la Oposición, están más para mirarse al ombligo (partitocracia), que para limpiar la infesta que aqueja a todas las instituciones del Estado. Parecen incapacitados para buscar la unanimidad, al menos en un asunto tan feo como es el de la corrupción, temiendo que la contundencia en la crítica, o "el arrimo" a partidos con postulados opuestos, les pueda contaminar, haciéndoles perder votos. La unión incondicional de los grupos opositores en este asunto, pidiendo la reprobación del sr. Moix sería, creo no equivocarme, suficiente motivo para que el PP lo descabalgase y pusiera a alguien, si no independiente, al menos que no se le viera el plumero con tanto descaro.

  A lo que se ve, los tiempos de oposiciones responsables y contundentes, como fueron en su día las del sr. González y del sr. Aznar, ya no están de moda, aunque sobren los motivos para reclamarlas: ¿De verdad hay alguien ahí? ¿De verdad existe la Oposición, o es un espejismo? El sr. Rajoy debe de frotarse las manos ante un control al gobierno errático, y la desunión de quienes representan a casi el 67% de los españoles.

martes, 28 de marzo de 2017

El dilema

  ¡No tienen un pase! Desde un ámbito estrictamente político, las grabaciones desclasificadas (Cortesía de la Cadena Ser), que comprometen la honestidad del presidente de Murcia, sr. Sánchez, no tienen un pase. Es posible -lo ignoro-, que judicialmente no lleguen a tener mayor recorrido.  

  En la conversación del 21-10-2014, mantenida entre don Alejandro de Pedro, conseguidor de la Púnica, y su socio, don José Antonio Alonso Conesa, se desvelaba el acuerdo para lavar la imagen del entonces Consejero de Cultura del gobierno murciano en las redes sociales, todo a cambio de 3.000 €/mes pagados, presuntamente, con fondos públicos. El acuerdo no se llevó a efecto porque 6 días después, el 27-10-2014, se ponía en marcha la Operación Púnica -es más que probable que algún otro dirigente murciano se vea salpicado en los próximos meses por episodios similares-. En este, como en otros muchos casos de utilización de las instituciones en beneficio propio, o de comportamientos poco ejemplares, vuelven a confundirse las responsabilidades política y judicial, cuando la primera jamás debería de estar supeditada a una resolución en firme de la segunda. Los exministros, sres. Fernández Díaz, Mato o Soria; la exalcaldesa recientemente fallecida, sra. Barberá o los exdiputados sres. Martínez Pujalte y De la Serna -estos últimos dejaron de integrar las listas electorales del PP-, asumieron o les hicieron asumir un coste político (en el caso del sr. Fernández Díaz, a medias), que acaso nunca lleguen a pagar judicialmente, al menos es seguro no lo hará la dirigente fallecida.

  El sr. Sánchez está investigado (el equivalente a la figura anterior de imputado) por las escuchas, pero también por el caso auditorio de Puerto Lumbreras, desde comienzos del mes pasado. C's, que le sostiene en el poder al no contar con la mayoría absoluta, le dio un ultimátum al PP para que antes del día de ayer buscara a otro presidente, bajo la amenaza de una Moción de Censura, a fin de hacerse cumplir el acuerdo de gobernabilidad en su apartado de corrupción. El PP ha incumplido el acuerdo, manteniendo al sr. Sánchez al frente del gobierno, mientras no haya una resolución judicial que lo condene. Los otros dos partidos, PSOE y Podemos, ya han llegado a un acuerdo para la Moción de Censura, pero necesitan el apoyo de C's, que también contempla la M.C., aunque no para cambiar el color del ejecutivo, sino para ir a nuevas elecciones, algo difícil de entender en el momento presente, más aún si el PP optase por unas nuevas elecciones y volviera a poner como cabeza de cartel al propio sr. Sánchez.

  Si algo ha caracterizado o caracteriza al partido del sr. Rivera, es su lucha sin cuartel contra la corrupción y su afán de regenerar la vida política. Pero choca con un problema casi insoluble que le puede llevar a contradicciones de peso, y de rebote a un desgaste tremendo; con eso está jugando el PP (como antes lo hizo con el PSOE a cuenta de la investidura del sr. Rajoy). Los populares murcianos, como los de Génova 13, saben que C's jamás va a pactar con el partido del sr. Iglesias -probablemente, de no estar representado Podemos en Murcia y sí otra fuerza, por ejemplo un grupo regionalista, el PP ya hubiera elegido un sucesor, pues C's se sentiría libre para apoyar una M.C. que facilitara un cambio de gobierno-. La estrategia de los populares es la "eliminación" de su enemigo natural, propiciando sus contradicciones y actuaciones erráticas; y si puede ser, aprovecahando donde más les duele, o sea, en el asunto de la corrupción, para que se les vuelva en su contra, como si de un boomerang se tratara. 

  El dilema está ahí, y tomen una decisión u otra, el desgaste va a ser tremendo. C's ha sido suficientemente tolerante con el PP, dándole de plazo hasta ayer para que cambiase de presidente. Los populares han hecho oídos sordos, incumpliendo el pacto de gobernabilidad, a pesar de la palabra dada por el propio sr. Sánchez. Por otro lado, podría sondear la posibilidad de unirse a PSOE y Podemos para un cambio de gobierno, pero un acuerdo con las huestes moradas podría acarrearle una sustancial pérdida de votos. Con esta disyuntiva, ¿es mejor "salvar" al Partido y permitir que el PP siga gobernando, a costa de una pérdida de credibilidad con respecto a su lucha por la regeneración? ¿Es preferible unirse a los dos partidos alternativos para facilitar un gobierno distinto, sin integrarlo? ¿Alguien tiene la solución?

lunes, 20 de marzo de 2017

Las reglas del juego

  Desde la semana pasada nuestro presidente muestra el gesto contrariado, además de un inusual enfado, algo impropio en hombre tan templado. Y es que casi la totalidad de la Oposición votaba a favor de derogar el Real Decreto Ley que ponía fin al monopolio de las SAGEP (Sociedades Anónimas de gestión de estibadores portuarios). Con la asiduidad de la que antes no hacía gala, en tiempos de su mayoría absoluta, trata, a través de los medios de comunicación y en el propio Congreso de los Diputados, de inculcar en el resto de fuerzas, el valor de la responsabilidad, como también evitar a España más ridículos ante Europa. Y amenaza, de forma velada, con convocar nuevas elecciones si no se garantiza la estabilidad de su gobierno. Así que apela al cumplimiento de las reglas del juego, como si únicamente fuera responsabilidad del resto de fuerzas, porque el PP (el nacional, el que gobierna desde la Moncloa y los distintios ministerios, quede claro) asume y entiende que ya las cumple.

  Conviene recordarle al sr. Rajoy, que, un no tan lejano 12 de mayo de 2010, cuando el sr. Rodríguez Zapatero "empezaba a cavar su tumba" anunciando en sede parlamentaria medidas que presagiaban los más duros recortes de la historia hasta ese momento, pues así lo ordenaba la UE para poner fin al déficit galopante producto de la crisis, su partido votaba en contra, a pesar de que, de no haber salido adelante el paquete de medidas -se aprobó con la única ayuda del entonces grupo catalán CIU-, nuestro país estaba abocado a la intervención, o cuando menos a unas nuevas elecciones; y el entonces Jefe de la Oposición lo sabía, pero prefirió no colaborar, siendo la situación más delicada, incomparable a la actual. Pero tampoco debe ignorar nuestro presidente a este respecto -a pesar del disgusto con su socio preferente-, que C's le pidió más tiempo para estudiar con detenimiento el contenido de la resolución; al fin y a la postre, las huestes del sr. Rivera llevaban en su programa la liberalización del sector. En mi opinión, el sr. Rajoy no puede apelar ahora al pacto de investidura, entre otros motivos porque el asunto de la Estiba no se contemplaba. No obstante, tiene bemoles que nuestro máximo representante no caiga en la cuenta de que ya no cuenta con la mayoría absoluta, y que eso le obliga, quiera o no, a dialogar, de verdad, para llegar a acuerdos; lo que la Oposición no va a hacer es sentarse para verse las caras y luego decir amén a todo.

  Sin embargo, donde menos pone en práctica las reglas del juego, es en el anteriormente mencinado pacto de investidura -que no de gobierno-. El sr. Rajoy da largas al catalán en asuntos de tanta enjundia, como la Comisión de Investigación de la financiación del PP, la de dos únicos mandatos para un presidente de gobierno, o la dimisión de cargos públicos cuando estén imputados (véase el caso de Murcia). Al respecto -no debe haber la mínima duda de que al PP le interesa la laminación de C's al estar compitiendo en un espacio electoral común-, alguno de sus dirigentes más relevante hablaba del pacto de las lentejas -rebajando la trascendencia del acuerdo- para que don Mariano Rajoy pudiera ser de nuevo presidente.

  Conviene tener en cuenta que el monopolio de la Estiba se remonta a la época de Franco. No obstante, para el recuerdo queda la ley 48/2003 del gobierno del sr. Aznar, aprobaba un 26 de noviembre de 2003, ley para el régimen económico y de prestaciones de servicios de los puestos de interés general, por la cual, la Estiba, hasta entonces estatal, "pasa a convertirse en un tipo de servicio portuario básico, concebido como actividad comercial de interés general cuya iniciativa corresponde a los particulares". Desde ese momento, "las sociedades de Estiba pasan a ser sociedades de empresas portuarias"; por tanto, "dejan de ser monopolio público para convertirse en monopolio sindical", o sea: "se cataloga como un servicio profesional privado, empezando así las denuncias sobre la ilegalidad que supone restringir la competencia en este ámbito privado". En 2011 la UE advierte de la incompatibilidad de las SAGEP con el mercado libre imperante en Europa. El PSOE no está en condiciones de atender las demandas comunitarias con la que está cayendo, y a punto de ser desalojado del poder. Con su mayoría absoluta, el PP está en disposición de abordar el problema, pero sabe que los estibadores, como los controladores aéreos, tienen un poder enorme para poner patas arriba España. El PP no quiere saber nada de una paralización de mercancías en los puertos españoles y menos tras sus drásticas e impopulares medidas de recortes. En sentencia firme de diciembre de 2014, la UE obliga a liberalizar el sector o a apechugar con una multa diaria de 134.107,2 €. El gobierno del sr. Rajoy pudo acometer en solitario la reforma del sector gracias a su mayoría absoluta, pero no solo renunció, sino que en fecha de 2 de abril de 2012, el Ministerio de Fomento defendía el modelo de las SAGEP.

  Los sindicatos y la patronal del sector, estaban intentando llegar a acuerdos hace mucho tiempo, tal vez demasiado, pero eso no es excusa para que el Gobierno, unilateralmente -como hizo en su momento con la Reforma Laboral de 2012-, diera por concluidas las negociaciones, pues tuvieron 4 años de mayoría absoluta para culminar una reforma que agradara a nuestros socios comunitarios. Lo que sucede es que a partir del próximo día 24 se pueden ir sumando los más de cien mil € de multa diaria, y el sr. Rajoy no quiere más tirones de oreja por parte de Europa, al tiempo que desea que el resto de fuerzas políticas se retrate. Lo que se le olvida al sr. Rajoy, es que para llegar a consensos, cuando su partido está representando a solo un tercio de los votantes de junio pasado, hay que dialogar mucho, armarse de paciencia y manejar la flexibilidad, algo de lo cual dudo, teniendo en cuenta el resbalón de su ministro de fomento, el sr. De La Serna, que a lo que se ve no traía los deberes hechos. Pase lo que pase se terminará llegando a un acuerdo, un acuerdo, me temo, que va a suponer a las arcas públicas un buen pellizco, por no hacerse las cosas con sensatez (esa de la cual hace gala el sr. Rajoy) y a su debido tiempo.



jueves, 23 de febrero de 2017

A Dios rogando...

  ... Y con el mazo dando. No, no me estoy refiriendo a políticos patrios, declarados católicos como los sres. Fernández Díaz o Trillo, no; hablo nada menos que de la Comisión Europea, repitiendo lo argumentado, una vez sí y otra también, por sus colegas del FMI, o sea: la vulnerabilidad de la economía española enfrentada a coyunturas adversas, como el incremento del precio del petróleo, subida del IPC, o la finalización (algún día se llevará a cabo) de la política ultraexpansiva por parte del BCE, con la consiguiente subida del precio del dinero y/o dar por terminada la compra de un buen pellizco de nuestra deuda, lo que conllevaría el aumento de la prima de riesgo, quién sabe si al nivel desenfrenado de los años más duros de la crisis. Por si los argumentos esgrimidos desde la autoridad de Bruselas no fueran preocupantes, añade lo que ya sabíamos pero admitimos resignados como inevitable: que en torno a un 30% de nuestros compatriotas están en riesgo de exclusión social, un 13,1 % de quienes trabajan son pobres, o que España sea uno de los países de la UE con más desigualdad; y añade, aquí viene lo bueno, el excesivo uso de los contratos temporales que afecta a la pujanza económica, ahondando en esa referida vulnerabilidad. Sin embargo, admite que la Reforma Laboral del 2012 ayudó a que no se hubieran destruido 400.000 puestos de trabajo; vamos: que da la de cal y la de arena.

  La Comisión Europea no deja de afearnos nuestra incapacidad para reducir la deuda pública que se mantiene en niveles inasumibles, muy capaces de dar al traste con la recuperación económica ante cualquier adversidad. No obstante, parece mostrar ceguera al no percatarse de que, justamente la Reforma Laboral -aún reclama más reformas para flexibilizar un poco más el mercado laboral- fomenta la contratación en precario, con bajos salarios que vienen a añadirse a la estacionalidad endémica de muchos sectores productivos, ahondando así en la economía sumergida que no cotiza a la Seguridad Social; favoreciendo, esta, y los bajos salarios  que si cotizan, las escasas expectativas de poder cubrir las necesidades mínimas con decoro: sanidad, educación, dependencia y pensiones. A España se le ha marcado el camino para ser competitivos y salvar la macroeconomía, y el camino es el de reducir los costes laborales para facilitar la exportación (un poco al estilo chino pero bajo el paraguas de la UE), sin ningún valor añadido. Por tanto, será complicadísimo bajar la deuda nacional y mantener sostenible el régimen de pensiones.

  Para remate, en la esfera de la corrupción dice: "A pesar del aumento de las investigaciones no se han puesto en marcha estrategias preventivas", lo que contradice ese supuesto empeño del PP por atajarla. Continúa: "Los cambios legislativos de 2015, además, limitan temporalmente las investigaciones y podrían provocar impunidad en los casos más complejos de corrupción". Aquí se refiere a la Ley de Enjuiciamiento Criminal que limita el periodo de investigación a 6 meses, prorrogables a 18 en algunos casos.

  España es hoy -es mi opinión muy particular y por tanto discutible-, un país más vulnerable que al inicio de la crisis; y si no lo fuera, creo que lo seríamos una buena parte de los españoles de producirse una nueva recesión económica. Y por si no fueran suficientes los motivos para la preocupación, a estos se añade un irrespirable tufo de corrupción que amenaza con laminar el crédito de cada una de las instituciones del Estado. España hiede a podredumbre (también a hartazgo) de Norte a Sur y de Este a Oeste, sin que el Gobierno tome cartas en el asunto de verdad ni asuma su responsabilidad política,  y con los partidos de la Oposición inoperantes, invalidados para tal menester, por estar más preocupados en tirarse unos a otros los trastos a la cabeza, que por centrarse en su papel y solicitar al Ejecutivo su rendimiento de cuentas. Mientras, las autoridades europeas y los gerifaltes del FMI, ruegan a Dios, perdón, quise decir a la Macroeconomía, indulgencias plenarias, golpeaando a un tiempo con el mazo, sin compasión, sobre la Microeconomía, la que de verdad afecta a los ciudadanos.

martes, 14 de febrero de 2017

Otra vez

  Si tratáramos de buscar el papel más idóneo en una película para el presidente Trump, creo que habría casi unanimidad reservándole el de pistolero más rápido del viejo Oeste. Pido perdón a quienes se puedan sentir ofendidos si me he excedido en el sarcasmo, pero el personaje me supera y prefiero dejar a un lado la decena de calificativos que adornan su quehacer diario y describirlo de un brochazo, o mejor decir, pincelada, que queda más fino.

  Todavía no lleva un mes en el cargo y empieza a poner patas arriba todo el engranaje de la nación más poderosa del Planeta, una nación de naciones (o si se prefiere estados) que durante muchos años ha sido referente de las democracias occidentales y espacio inmenso de oportunidades donde han convivido, con mayor o menor armonía, anglosajones, afroamericanos, latinos, aborígenes, asiáticos o irlandeses.

  Nada más tomar posesión del cargo firmó la derogación del Obamacare sanitario. Después se han ido precipitando los acontecimientos: próxima construcción del muro fronterizo con México, la prohibición para entrar en USA de nativos procedentes de 7 países islámicos (curiosamente no estaban vetados los de Arabia Saudí), constantes enfrentamientos con el estamento judicial y la amenaza de cambiar las leyes para aminorar la autoridad del tercer poder, vetos y encontronazos permanentes con la prensa, desencuentros con un amplio sector femenino, indisimulados enfrentamientos verbales con presidentes o primeros ministros de otras naciones, como el de Australia. En la vorágine de su papel presidencial, y que tal vez haya pasado desapercibido para la ciudadanía por otros asuntos más llamativos, siendo de una trascendencia suprema -ojalá me equivoque-, son los primeros pasos en la enésima desregulación del sistema financiero, como hicieran antes y en parte, algunos presidentes en el primer tercio del siglo XX, contribuyendo al Crac del 29; o Ronald Reagan durante su mandato 1980-88, secundado en menor medida por Bill Clinton; y más tarde y de manera desbocada por George Bush tras el ataque del 11S, con el desenlace de una crisis financiera sin precedentes. No es extraordinario que la bolsa de Wall Street haya aplaudido las plusvalías catapultada por las subidas de los bancos, entusiasmados con la perspectiva de volver a hacer casi cuanto quieran sin que nadie le toque las narices.

  Siendo todo de pronóstico reservado, y ya se verá si con consecuencias funestas para la renqueante economía europea, lo que más debiera de atemorizarnos es una nueva espiral de guerras. Una de las principales industrias de USA es la armamentística. Desde la perspectiva del lucro y el desarrollo militar, al País puede convenirle un nuevo estado de beligerancia. Yo espero y deseo que esto no sea así. De triste recuerdo y consecuencias que aùn hoy pagamos, son las intervenciones en Afganistán y particularmente en Irak. Pero el Comandante en Jefe de las fuerzas armadas es el señor Donald Trump, y su carácter irascible -perdón por reiterarme-, así que yo no descarto que la chispa se encienda a resultas del lanzamiento de un misil en Irán, una prueba nuclear subterránea en Corea del Norte o unas maniobras militares rusas cerca del estrecho de Bering (esto es más hipotético, pero en ocasiones conviene distender el ambiente), o cualquier otro atisbo de testiculina desbocada, que puede encender la mecha, la excusa perfecta para dar nueva carta de naturaleza a los fanáticos que se reagrupan y sobreviven como nadie en medio del caos.

  De momento el presidente Trump le ha pedido al nuestro, que doble el presupuesto de defensa, pasando de los casi 8.000 millones de € actuales a los 16.000. Supongo que nuestro presidente le habrá advertido que la UE nos marca de cerca sin que podamos sobrepasar el déficit, y que tiene millones de compatriotas que lo están pasando mal, esperando ayuda como agua de mayo. Pero eso es harina de otro costal. La conclusión es que el sr. Trump va avanzando a los aliados europeos sus intenciones de rebajar su aportación a la OTAN, y no para ahorrar, por el contrario su propósito es incrementar sustancialmente el presupuesto en defensa ¿para qué será entonces?

  Confiemos en que no haya más duelos a muerte, otra vez no, por favor,  pero si termina habiéndolos, solo nos quedará por descubrir quién será el más rápido en desenfundar, ¿acaso el sr. Trump?

viernes, 3 de febrero de 2017

La carcoma, el miedo...

                    (3 de febrero de 2017)


Decía Antonio Escohotado que "el conformismo es la forma moderna del pesimismo"; si bien, algunos años antes de Jesucristo, el mismo Cicerón decía: "la costumbre de decir sí me parece peligrosa y resbaladiza". Frases del tenor de "el hábito hace al monje", "el hombre es un animal de costumbres" o "hay que conformarse con lo que venga", me parecen a mí incompatibles con la condición de seres humanos libres que asumimos desde nuestro nacimiento. El conformismo va en contra del afán de superación, alienta las injusticias y colabora definitivamente en el amodorramiento, primero de la sociedad, y a continuación de las naciones.


     Cuando optamos por el silencio en lugar del compromiso, decidimos decir sí a todo y tragamos con carros y carretas, no hacemos otra cosa que afianzar la perpetuación y la capacidad de influencia por parte de personas que no se lo merecen y hasta pueden resultar nocivas, -sean políticos, famosos, empresarios o de cualquier otra condición- en el poder, en el mundo de la televisión, del dinero o de cualquier otra índole. 


    El conformismo ya está aquí y destruye como la carcoma. Nos conformamos con lo que tenemos. Por ejemplo con nuestro planeta, condenado a la muerte si no se remedia antes, por el poder depredador y contaminante de las empresas petroleras, capaces de influir hasta el extremo de arrinconar a las energías renovables, aunque todos terminemos sucumbiendo al cáncer. Admitimos con naturalidad los paraísos fiscales como algo inevitable, aunque quienes se aprovechan estén hurtándonos una buena parte del porvenir. Y nos conformamos con tener un país de personas mayores, cada vez con menos población, en el cual los jóvenes lo tienen muy difícil para emanciparse o formar una familia, entre otras cosas porque la reforma laboral de 2012 los condena a la incertidumbre y en muchos casos al ostracismo. Asumimos que España tenga más de 14 millones de ciudadanos en riesgo de exclusión social, o que 3 millones de niños no tengan suficiente alimento para llevarse a la boca, aceptando sin más que España sea el segundo país de Europa donde más ha crecido la desigualdad. Y apenas  clamamos ante injusticias como la de Madrid, donde se comerció con viviendas de protección oficial para venderlas a un fondo buitre, o que en Castilla La Mancha, no hace tantos años, la presidenta de entonces estuviera dispuesta a vender dos hospitales para pagar la deuda de la Comunidad. Incluso que ni nos inmutemos ante la cicatería del gobierno central para financiar el fármaco Sovaldi a los afectados por la hepatitis C. Ya ni siquiera hacemos caso a las puertas giratorias que siguen tan bien engrasadas desde hace años, sin llamarnos la atención el último beneficiario, el ex director de la Guardia Civil y mucho antes jardinero, el sr. Fernández de Mesa. Tampoco nos importa gran cosa el feo asunto de


la corrupción campando a sus anchas, carcomiendo poco a poco la credibilidad de las instituciones, incluida la Corona (todos son iguales, solemos decir), así que volvemos a votar (incluso muchos admiten que con la nariz tapada) a los mismos corruptos o a quienes la han consentido, de manera que poco importan unos SMSs vergonzantes de un presidente, los millones del fraude de los ERES, la corrupción sistemática en Valencia, Madrid o Cataluña, o las campañas electorales financiadas con dinero negro o dopadas, que se diría en deporte; y es porque el miedo está ahí, nos atenaza; el miedo es libre. Tenemos pavor al cambio, cuando lo más saludable es que las corruptelas se depuren en la oposición, como está ocurriendo en Valencia, algo que difícilmente, al menos en lo que atañe al esclarecimiento completo de los hechos delictivos, va a ocurrir en Andalucía, Madrid, Cataluña y por supuesto, a nivel nacional (no podemos olvidar que España, o "la Marca España", que dicen desde el Ejecutivo, se situó en enero de 2017 en su peor resultado histórico en cuanto a corrupción, ocupando el puesto 21 entre 32 países de Europa, justo por detrás de Eslovenia y Lituania, y en el 41 a nivel global, quedando situada entre Costa Rica y Brunei), ya que la capacidad para mover los resortes desde el poder se multiplican, teniendo opción de esconder y/o destruir pruebas).


   Nos conformamos con cuanto de malo y trágico les sucede a los refugiados que huyen de sus países, algo que haríamos nosotros de vivir en España si las condiciones fueran parecidas a las suyas. Asumimos sin rechistar que el mercado laboral es el que es; o el cumplimiento del déficit anual para preservar la macroeconomía y nuestra moneda única, a pesar del sufrimiento de los ciudadanos del Sur. Ni siquiera se nos ocurre la posibilidad de debatir en cuanto a un cambio sustancial del modelo productivo, si queremos que España se embarque al fin en una economía diversa y sostenible en el tiempo, de donde se destierren al fin las palabras estacionalidad y precario, buscando en todo momento el valor añadido.    

  

   Vivir en el conformismo me parece a mí la forma más perfecta de empobrecimiento. Si no nos atrevemos, habremos contribuido de manera definitiva al anquilosamiento de la actual sociedad. Vivir atenazados por la parálisis, sin duda favorecerá el resurgir de la intransigencia y quién sabe -espero que no- de los autoritarismos disfrazados de populistas. Aunque ahí está el vencedor sr. Trump para desmentirme, y quién sabe si la sra. Le Pen en Francia, o la extrema derecha en Alemania para más adelante, cuando se celebren elecciones en esos países.  

                            

                                                                     

lunes, 23 de enero de 2017

La lenta agonía de la Socialdemocracia

   Hay dos cosas que el sr. Rajoy en una de las últimas sesiones de su investidura, les espetó sin brusquedad a los socialistas, y que son ¡verdades como puños! La primera que España tiene compromisos (económicos) ineludibles con Europa, y la segunda, y más sangrante para los auténticos socialistas, la de que sintiéndolo mucho, los populares y ellos se parecen mucho más de lo que la "izquierda democrática y constitucional" piensa. Una bofetada en todo el ego cuando se traiciona la identidad.

  El pasado 1 de octubre, de manera abrupta y poco edificante, se ponía fin al mandato del sr. Sánchez al frente de la secretaría general de los socialistas españoles. Aunque a primera vista el bochornoso espectáculo pudiera reflejar únicamente las luchas particulares por hacerse con el poder -que las había, hay y habrá, obviamente-, tras la lucha sin cuartel y a viva voz, se soterra la disputa o rearme ideológico que en la Socialdemocracia se ha ido desdibujando lentamente desde comienzos de los 80 del pasado siglo, y con acelerón al iniciarse el nuevo milenio (era Bush tras el 11M). Y para muestra, ahí están el presidente Hollande, o su lagarteniente Manuel Valls en Francia, ejemplos sintomáticos de cómo a través de un supuesto socialismo, se pueden hacer políticas económicas de corte liberal o proeuropeo (ver reforma laboral, o la tan cacareada subida de impuestos a las grandes fortunas que finalmente no se abordó). En román paladino eso se llama traicionar los ideales de quien sí se siente socialista a jornada completa, y una derrota contundente a manos de la derecha y/o la extrema derecha (eso queda por dilucidar) en los próximos comicios del país galo, y con ello de un nuevo descrédito para quienes aún creen en su utilidad; algo que se va a repetir en Alemania, donde la gran coalición, ese maridaje entre liberales y socialdemócratas de tercera vía, pasará factura a estos últimos.

  El gran momento de la Socialdemocracia empieza al finalizar la Segunda Guerra Mundial, prolongándose durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX. Abandona cualquier atadura con el Marxismo (el PSOE no rompe hasta los años 70), asume el libre mercado y la propiedad privada, empeñándose en la reconstrucción de Europa tras el drama de la guerra, poniendo en práctica sus señas de identidad: libertad, justicia, igualdad y progreso. Figuras esenciales en el Viejo Continente, como Brandt en la RFA, Palme en Suecia, el controvertido Mitterrand (conservador en sus años mozos) en Francia, o incluso el  sr. González de la primera época en España (1982-1989), tienen su razón de ser a partir de un socialismo democrático en el que el ciudadano es la prioridad. Con luces y sombras, como ocurre con cualquier mandatario, se mantienen fieles a su ideario, así que los votantes les dan su confianza, a veces en dos o incluso tres elecciones consecutivas. Pero el tiempo de vino y rosas llegaría a su fin.

  Los mandatos de Thatcher en UK y de Reagan en USA al inicio de los 80, suponen un cambio drástico en la forma de entender la política y una revisión a fondo del liberalismo, algo que cala en el resto de países democráticos, y seguramente influyó decisoriamente en la arquitectura a seguir para la construcción de lo que hoy conocemos como UE, por la aquiescencia de los socialistas  con los conservadores. A partir de entonces y con todos los matices que se quiera, los socialistas europeos giran hacia la moda imperante, asimiento parte de los postulados de la nueva política económica, o sea: desregulación del mercado, adelgazamiento del Estado, avance de la economía financiera fuera del control de los organismos estatales, el ostracismo, o si se prefiere ninguneo de las fuerzas sindicales hasta domesticarlas, y situar al ciudadano en un segundo plano, porque "el liberalismo económico" (el otro, el del ser humano, es una entelequia en manos de los conservadores), permite a través de su extrema libertad,  prosperar a cualquier individuo, dejando en la cuneta, eso sí, a quien no sea capaz de hacerlo por sí mismo, de ahí que se pretenda hacer al Estado algo así como un ente ajeno y chiquitín. Obnubilados tal vez por el éxito arrollador de la dama de hierro y el antiguo actor, creyendo en la inocuidad de los nuevos postulados imperantes, socialistas de nuevo cuño como Tony Blair y más tarde Gordon Brown en UK, Gerhard Schöeder en Alemania, el italiano Matteo Renzi, aunque se trate más bien  

de un político de centro; o el Sr. Rodríguez Zapatero en España, se acogen a lo que se ha venido en llamar tercera vía, un socialismo light que abraza sin el mínimo rubor las máximas del pensamiento económico neoliberal. Sin, es cierto, que jamás dejen completamente de lado la problemática social, aunque dando la de cal y la de arena a partes iguales. Un claro ejemplo de ello es el mandato del leonés, llevando a la práctica idénticas políticas económicas que su predecesor el Sr. Aznar, incluso yendo más allá al bajar el impuesto de sociedades -no es extraño que hoy las grandes empresas paguen menos impuestos por sus beneficios que un ciudadano de clase media por su IRPF-, dar continuidad a la burbuja inmobiliaria sin plantear al menos un debate alternativo en torno al imprescindible cambio de modelo productivo si no queremos que España se convierta en una nación de supervivientes, particularmente de aquellos que pertenecen a las generaciones más jóvenes, acometer una nueva reforma laboral infumable (aunque nada que ver su agresividad con la de febrero-2012), mantener y ahondar en la liberalización del sector eléctrico acometida por Aznar en 1997, con las consecuencias funestas que todos conocemos ahora; permitir las subidas de comisiones por parte de las entidades financieras, la creación de las preferentes, o la utilización de los fondos de sus clientes para especular, lo que es lo mismo: descontrol, desregulación o mirar para otro lado en asuntos bancarios. Y ahí queda la escasa sensibilidad para abordar el terrible drama de los desahucios, el beneplácito con los pudientes para "refugiarse" en las SICAVS, los indultos a personajes como el banquero Sr. Alfredo Sanz, o el nulo interés para poner coto al refugio de las puertas giratorias, sin olvidar que empujados por la UE fueron ellos, en connivencia con el PP, quienes modificaron casi en secreto el artículo 135 de la Constitución para dar razón de ser a los recortes. Aunque a cambio de tanta liberalidad con el establishment y/o los mercados financieros, el señor Zapatero sí se acordó de legalizar a más de un millón de emigrantes ilegales trabajando en negro (lo que hizo incrementar sustancialmente los ingresos de IRPF e IVA, y la caja de la Seguridad Social), subir el salario mínimo de los poco más de 400 a los más de 600 € en siete años largos, elevar las pensiones de manera significativa, o implantar la Ley de Dependencia, y en general de redistribuir los ingresos para mantener una cierta cohesión social. Claro que el abundante dinero recaudado vía impuestos, venía determinado por la distorsión positiva y transitoria que producía el boom inmobiliario, algo que no iba a durar toda la vida y que nadie quiso asumir. Así que, cuando se produce el mimetismo de una manera tan acusada en el negocio de la economía, si bien es cierto que con matices, los votantes de izquierda (habitualmente suelen ser muy exigentes) prefieren abstenerse o votar a partidos más escorados a la izquierda -no es extraño el nacimiento de Podemos para ocupar un espacio ideológico amplio, espacio descuidado por los socialistas, lo cual demuestra que un número importante de ciudadanos demanda verdaderas políticas de izquierda-, y los de centroderecha, menos proclives a la abstención, votan a los suyos. Además, ¿no elegirá si uno tuviera la oportunidad, de quedarse con Las Meninas antes que con su copia? La política económica de corte liberal, quien mejor la va a ejecutar, sin dudarlo, son los partidos que se mueven en su entorno ideológico, haciendo suyos los postulados del FMI, de la OCDE o de ese club elitista conocido como Foro de Davos.

  El socialismo europeo del nuevo milenio cogobierna con los populares europeos, contribuyendo de manera vergonzante a convencer a los ciudadanos de que otra política económica es imposible, así que no es raro que hayan perdido consecutivamente las elecciones europeas de 1999, 2004, 2009 y 2014, y seguramente sean derrotados una vez más en las de 2019. El drama de la Socialdemocracia es que si alcanza el gobierno, de inmediato asume los requerimientos de los mercados -hoy son quienes realmente gobiernan en detrimento de la ciudadanía, desamparada por sus representantes- y mantiene, salvo pequeños matices, las políticas que satisfacen a la derecha, admitiendo el celebrado TINA (There is not alternative) acuñado en su momento por Thatcher en UK. Lo triste es que se hurta la oportunidad de elección y lo sano que es la alternancia de fuerzas, transmitiendo el mensaje de que no hay posibilidad de relevo, pues prefiere ser comparsa en Bruselas y tocar algo de poder, a plantear con atrevimiento y seriamente la confrontación a través de un rearme ideológico que les devuelva a posicionamientos donde lo social y lo obrero sean preponderantes, donde al individuo se le vuelva a poner en la cúspide. Cuando la Socialdemocracia hace dejación de sus obligaciones -puede parecer un contrasentido-, no hace otra cosa que favorecer el crecimiento de los populismos, los cuales, si terminan imponiéndose, pueden dar al traste con la UE. Una vez que a los ciudadanos afectados/desencantados por la terrible crisis que dura casi 10 años, ni les gusta la política de los conservadores, ni encuentran respuesta en la antaño cercana y sensible Socialdemocracia, pues navegan en la misma barca que aquellos, es hasta razonable que busquen remedio en fuerzas políticas que reivindican soluciones contundentes desde la Ultraderecha.

  La mayor decepción de la Socialdemocracia ha sido su incapacidad absoluta para adaptarse al fenómeno de la globalización, la crisis industrial, el auge de la robótica, el cambio climático, las nuevas tecnologías o la crisis de los refugiados, renunciando a una visión auténtica desde la izquierda democrática para admitir sin complejos y hacer suyas las políticas diseñadas por la derecha económica, que admite con naturalidad las desigualdades crecientes, y que crezca año a año el número de millonarios pero también el de los pobres, o que todos los acuerdos sobre freno al cambio climático se vuelvan papeles mojados cuando se da prioridad a las empresas para que contaminen cómo, cuándo y dónde les plazca; sin olvidar problemas terribles como son el del envejecimiento/despoblación y la incapacidad de generar suficientes ingresos para pagar las pensiones (al menos en España, por su modelo productivo de temporalidad/estacionalidad difícil de mantener en el tiempo y expuesto a cualquier eventualidad, como una  repentina caída del sector turístico).

  La Socialdemocracia tiene la alternativa de volver a sus raíces adaptándose a un tiempo a los cambios acelerados de este milenio, o por el contrario asumir el cómodo papel de comparsa. Si opta por la primera, será una opción difícil y llena de penalidades, pero seguramente en el largo plazo tendrá su recompensa. Si elige la segunda, tal vez siga tocando poder, pero en algún momento terminará convirtiéndose en una fuerza residual, como lo es hoy el PASOK griego. En sus manos está el afear las manifestaciones irreprochables de nuestro presidente o por el contrario aceptarlas sin más. Del grado de proximidad, unión y compromiso con la ciudadanía dependerá un giro en las políticas económicas de la UE, como también el dejarse de parecer de una vez por todas a sus socios del centro-derecha. Lo contrario será apenas un grato recuerdo del pasado y de quienes pusieron en marcha y en mayor medida el estado de bienestar. Y no importa tanto (que también) quiénes sean los nuevos líderes de la izquierda sino qué políticas se vayan a llevar a cabo.

  


   

jueves, 12 de enero de 2017

Llueve sobre mojado

  A tenor de cómo se siguen desarrollando los acontecimientos, no cabe ninguna duda de que el PP, y/o tal vez el sr. Rajoy, siguen sin entender lo que supone la responsabilidad política y sus consecuencias. Hace casi 14 años, en 2003, tenía lugar el desgraciado accidente del Yak-42 en el que perdieron la vida 62 militares españoles en suelo turco cuando regresaban a Zaragoza desde Afganistán. El Consejo de Estado acaba de sacar a la luz su informe al respecto, y las conclusiones pasan por responsabilizar al ministerio de Defensa de la desgracia. El Consejo de Estado no valora las responsabilidades penales o civiles, no le competen, pero sí lo hace de manera concluyente para señalar políticamente al sr. Trillo, el entonces titular del Ministerio.
   Siendo esto así, y por decencia, además de respeto a los familiares de las víctimas de aquel accidente, al sr. Trillo no se le debería de premiar con ningún cargo político de importancia una vez cese como embajador en Londres. Que la justicia no lo haya condenado, como tampoco llegó a condenar a la sra. Mato (de momento), al sr. Fernández Díaz o a la desaparecida sra. Barberá, no lo exime de sus obligaciones políticas. Y es aquí donde el PP no sabe diferenciar entre unas responsabilidades y otras, de manera que sus más altos cargos entienden que mientras no hay condena judicial no hay responsabilidad política, o eso dan a entender.

  El actual Vicesecretario General de organización del PP, el zamorano Martínez Maíllo, bromeaba diciendo al respecto de la ubicación futura del sr. Trillo si no deberían de exiliarlo o algo parecido. Pues no, no se trata de algo tan drástico, se trata simplemente de que no ocupe ningún cargo de relevancia (paradojas de la vida aspira a ocupar plaza en el Consejo de Estado que acaba de señalarlo), que se vaya a su casa y punto. Pero no habrá espacio para la decencia, porque su amigo el sr. Rajoy (nuestro presidente desconocía la resolución del Consejo de Estado) no ayudará a que a su excompañero de gabinete se le deje a la intemperie, permitiendo que tome posesión como uno más de los consejeros de Estado, pues esa y no otra es su pretensión.

  Lo de la sra. De Cospedal, anunciando a los familiares de las víctimas su intención de profundizar en lo relativo al contrato del avión y la póliza -bienvenida sea una mirada más humana después de casi 14 años de ninguneo a las víctimas-, es un cambio radical y deja en entredicho al sr. Trillo, aunque me temo que se quede en un brindis al sol, más cuando ha anunciado su intención de rescatarlos (contrato y póliza) por tierra, mar y aire, ¿Cuando apela a su rescate, no es posible que ambos se hayan hecho desaparecer?, vamos, digo yo.

martes, 10 de enero de 2017

A buenas horas mangas verdes

  Ayer día 9, en una conferencia junto a 80 empresarios valencianos, el expresidente Aznar, desvinculado de toda atadura a su antiguo partido (recientemente renunció a su cargo honorífico como presidente de honor del PP), parece sentirse libre al fin para opinar sin ambages en cuanto a las políticas llevadas a cabo por el actual ejecutivo. Así que sin complejos y con esa forma suya, tan distante, de plantear las ideas, teorizaba sobre las maldades a la hora de implementar las políticas dinerarias, planteando una enmienda a la totalidad por "la errónea política económica" que tan ardorosamente ha llevado y lleva a la práctica su heredero, el sr. Rajoy. A nuestro expresidente no le faltan argumentos (es mi opinión y por tanto subjetiva, si bien coincide con la de otros muchos teóricos de la economía), a la hora de criticar la subida de impuestos -y de tasas universitarias, recortes sanitarios, educativos o de dependencia, añado yo-, el descontrol del gasto público (déficit galopante), o que se pretenda financiar el déficit de la Seguridad Social con emisión de deuda pública. Además alerta de la posibilidad real de empeoramiento de la coyuntura actual si subiera el precio del petróleo, los tipos de interés o se disparara la inflación. Pero a nuestro expresidente se le olvida un detalle capital, y que obliga a llevar a la práctica este tipo de política del cual reniega ahora: somos uno de los socios del euro.

  Las crisis, las guerras, y los acontecimientos en general no ocurren porque sí, como nos viene demostrando la Historia a lo largo de los años, sino que tienen su ligazón. En 1992, con los acuerdos de Maastricht, se ponía en marcha en Europa una de sus unidades fundamentales: la monetaria.  En 1998, el sr. Aznar y su gurú económico, el sr. Rato, abordaban una de las reformas capitales y que tantos quebraderos de cabeza nos ha traído después: la reforma del suelo. A partir de su aprobación cualquier terreno era susceptible de urbanizar a excepción del protegido. El boom inmobiliario vino a hacer las funciones del modelo productivo del cual ha carecido y carece España -o cuando menos es manifiestamente mejorable-, y con ello se crearon miles y miles de puestos de trabajo, eso sí, a costa de la deuda privada de muchas familias que recibían créditos a espuertas de los bancos nacionales vía bancos europeos, fundamentalmente alemanes, para casas, muebles, electrodomésticos, coches, viajes, negocios, etc. -chocante que las autoridades financieras del Norte no se percataran del excesivo endeudamiento de los pobres países del Sur-, además de que la burbuja como cualquier otra, tenía fecha de caducidad, era una política insostenible en el tiempo. En 2002, el tándem Aznar-Rato nos metió de socios en el elitista club del euro, una moneda diseñada para tiempos de bonanza, pero que jamás se pensó al crearla en sus efectos devastadores cuando llegaran las vacas flacas (así opinan muchos de los teóricos de la economía); no obstante, se convirtió en uno de los factores que permitió el crecimiento exponencial de los créditos concedidos al asentarse la moneda sobre bajos tipos de interés, nada comparables al de la peseta. De manera que a estas alturas de la película, el sr. Aznar debería de saber que siendo socios de un club tan selecto como el de la moneda única, toda la política de los dineros nos viene impuesta desde Bruselas, porque a las autoridades del Norte les importa un comino cómo subsistan sus ciudadanos y mucho menos si su implementación genera desigualdades brutales; a quienes mandan, lo único que les da quebraderos de cabeza es la macroeconomía que se cimenta en torno a la supervivencia del euro. Que las naciones con dificultades económicas como España y otras del Sur subsistan a partir de una economía de guerra y se resquebraje su cohesión social, les trae al pairo. Es lo malo que tiene uniformar a naciones con distintas economías en torno a una moneda única, pero de esto el sr. Aznar no va a decir ni pío, sería como admitir la contradicción.

Las preguntas de la semana

  ¿Por qué nuestros sesudos políticos -de un color u otro, y lo resalto-, cuando están en la Oposición, tienen la fea costumbre de poner rep...