Sin ningún género de dudas la Sra. Díaz Ayuso se ha hecho acreedora a dicho reconocimiento. Con un bagaje escaso en la gestión de apenas dos años, le ha servido para ganar de calle las elecciones, como en los mejores tiempos del bipartidismo.
Lo que más llama la atención de la presidenta madrileña es su cercanía, la capacidad de persuadir a sus votantes a partir de un discurso tan simple como eficaz, y la sorprendente facultad que tiene para transimitir la percepción de que su gestión es un modelo extrapolable al resto de España.
Sin embargo, esa percepción que choca frontalmente con la realidad de sus dos años al frente de la Comunidad, parece haber sido obviada a tenor del resultado electoral. El rendimiento de cuentas no se ha producido jamás porque sencillamente no han existido dichas cuentas. Por ejemplo, no ha sido capaz de presentar el presupuesto para ser aprobado. Su única ley aprobada se refería a Ley del Suelo ¿nos suena? O que a pesar de haber prometido una bajada de impuestos importante a través del tramo del IRPF autonómico, al menos dos años después no la haya ejecutado. O que a día de hoy sea la única comunidad que no ha dado ayudas directas al sertor hostelero, el más castigado por la pandemia.
Pero si profundizamos en las grandes areas de gestión, seguimos viendo a la Comunidad de Madrid en el furgón de cola de la atención primaria. No se pueden olvidar las múltiples dimisiones en la Consejería de Sanidad, o las famosas mareas blancas. Así mismo, la comunidad que preside, es la que menos dinero invierte por alumno en centros públicos.
Por si faltaba algo, la Sra. Díaz Ayuso (o Génova), incluyó en la lista de los populares a la Comunidad, a cinco personas que aparecen involucradas en las operaciones Púnica y/o Gürtel. Entonces ¿Cuál ha sido la fórmula que utilizó para arrollar al resto de fuerzas políticas?
Seguramente hay varias, aunque la más decisiva, atendiendo al análisis de politólogos y opinadores, sea su acierto de confrontar siempre y en todo momento con el Sr. Sánchez, y la habilidad extraordinaria para no rendir cuentas de su mandato ante la oposición y en debates electorales.
Por último, ha sido capaz de tomar prestados eslóganes de la extrema derecha, apropiándose de buena parte de su discurso, ha dado muestra de su soberbia, al menos tanta como la que acompaña al Sr. Sánchez, y se ha permitido ser tan insolente como su propio jefe de filas, el Sr. Casado. Por otra parte, de la gestión de la Pandemia, mejor ni hablar.