sábado, 11 de junio de 2016

Farsa

  <<¿Pero alguien a estas alturas de la película se puede creer que es posible un cambio, un cambio de verdad y no de boquilla?>> Esta pregunta me la hacía ayer el bueno de Tolo. Mi buen amigo hace mucho tiempo que se ha vuelto descreído hacia la clase política. De hecho afirmaba gozoso que no ha votado en los últimos cinco años, ni en europeas, municipales/autonómicas o nacionales, pues dice no estar dispuesto a participar en teatrillos tan engañosos y alejados de la realidad, como de pésima representación. Yo intenté explicarle que con su pasotismo estaba situándose fuera del Sistema. <<¿Fuera del Sistema? -replicaba encolerizado-. ¿De qué Sistema hablamos? ¿Del de las libertades y la democracia? Son los políticos y sus partidos los que se han colocado fuera del Sistema, y seguramente aún no se han dado cuenta de ello. Los del pueblo llano, el de verdad, vivimos en un sistema que ya no representa nadie, y los políticos, esos que deberían de representarnos, lo saben de sobra, no son tan bobos, pero prefieren mantener el poder a cualquier precio, aunque sea pervirtiéndose y renegando de sus votantes.>> Naturalmente el amigo Tolo siguió desfogándose sin yo poder meter baza, ¿para qué?, si él lo decía bien clarito.

  La realidad es que no le falta razón. Conviene recordar que la política económica, esa que hace posible o no la transformación de la sociedad, la marca Europa desde Bruselas, con la connivencia del FMI y del BCE. Quien piense lo contrario es que todavía es capaz de creer en los Reyes Magos. Lo patético, triste y lamentable es que la Troika haya marcado e impuesto una única política económica a los socios, con lo cual ha hurtado cualquier otra alternativa de política dineraria y las saludables alternancias ideológicas. Como esto es una verdad como un templo, los partidos que no son liberales/conservadores, o sea, las organizaciones de izquierda, no tienen cabida en este modelo económico único. Es una aberración que Syriza y su líder Alexis Tsipras estén imponiendo políticas suicidas al pueblo griego, las mismas que ellos denunciaban en la Oposición. Lo más razonable hubiera sido dimitir como lo hizo en su momento Varoufakis, y dejar que los conservadores implementaran las impuestas desde Bruselas.

  Conviene recordar también que aquí en España, quien salga vencedor deberá hacer un recorte de 10.000 millones de € o más, ya veremos el tamaño del agujero, bajo amenaza de multa de las huestes de la Comisión Europea (de momento ésta le ha perdonado el castigo al PP por ser allegado del mayoritario Grupo Popular Europeo). El sr. Rajoy lo sabe de sobra, y el resto de aspirantes también. Yo a la Izquierda le ¿aconsejaría? menos promesas electorales con pasta de por medio y más pedagogía, pues, vamos a suponer, mucho suponer, que finalmente llegan a un acuerdo de gobierno. No les quedaría otra que desarrollar las mismas o parecidas políticas económicas que ha ejecutado el PP. A partir de ese momento el electorado progresista sufriría la enésima decepción y quizá la defnitiva. Aunque, por otra parte, sería una ocasión pintiparada para que el electorado conservador movilizado por el miedo al miedo, comprobara que todo iba a seguir igual para alivio y regocijo de los inventores del euro y de las élites económicas; vamos, que de ruina, desastre, bancarrota o infierno, nada de nada, porque los díscolos izquierdistas no se librarán tan facilmente del capataz que manda en la UE. La única diferencia entre un gobierno progresista y otro popular estaría en un tinte más social: derogación de la Ley Mordaza, posiblemente de la Lomce e incluso una modificación de la Reforma Laboral (con el visto bueno de la Troika), convergencia con Europa en el tema de los deshaucios o la recuperación de una independencia auténtica en el ente RTVE y una lucha real contra la corrupción; pero todo esto no dejaría de ser un lavado de cara sin repercusión alguna en una transformación necesaria de España a partir de un nuevo MODELO PRODUCTIVO que nos redima de esta economía de supervivencia impuesta desde muy lejos.

  Otra cosa bien distinta es que todas las fuerzas políticas estén interesadas en ocupar poder para colocar a los suyos. El PP desalojado del gobierno podría sufrir una merma considerable de sus ingresos, mandaría a muchos de sus más destacados líderes "al paro" y abriría la caja de los truenos sucesorios. En el PSOE podría ocurrir algo parecido a menor escala, pues los ingresos no son tan mayúsculos como los de los conservadores, además de que la figura del sr. Sánchez se da ya por amortizada. Y por descontado, si Podemos y C's tocan poder a nivel nacional, sería para ellos una especie de consolidación postular y largos años de pervivencia.

  Yo por si acaso iré a votar, pero la papeleta sera nula, como el 20D, pues como piensa mi buen amigo Tolo, no estoy dispuesto a participar de una farsa impuesta desde Europa y sin derecho a la mínima objeción.

Las preguntas de la semana

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