miércoles, 11 de diciembre de 2019

Periodismo de trinchera

      La honorable profesión periodística fue hasta hace pocos años -probablemente la crisis económica y el Procés lo cambiaron todo- una de las más loables, ayudando, y de qué manera, a la instauración del actual sistema democrático con todas sus virtudes y defectos. La prensa nacional fue durante los primeros años de constitucionalismo uno de los soportes capitales para la convivencia y el desarrollo, hasta el extremo de jugar un papel esencial  en el reconocimiento de España a nivel internacional. Los medios escritos ya existentes, además de los de nuevo cuño, con su lógica línea editorial, se convirtieron, además, en mayor o menor medida, en instrumentos respetables no exentos de una apreciable credibilidad, aportando su granito de arena en el complejo y delicado tablero político, social y económico del momento para superar mil y una adversidades, incluida la del ejército, en su mayoría franquista y siempre vigilante ante los nuevos aires de cambio demandados por una gran parte de la sociedad. De aquellos medios de comunicación que jugaron a la responsabilidad, surgieron periodistas de primer nivel que sin abandonar su cautela ideológica, informaban con franqueza, sabedores de su independencia, de que a pesar de todas las presiones externas e internas, su director los iba a mantener en el puesto.

 
         Cuarenta y cuatro años después de la muerte de Franco, el periodismo que se hace hoy es de trinchera, algo, me parece a mí, que ha favorecido la política de bloques. La profunda y terrible crisis económica -desaparición de prensa escrita, destrucción de puestos de trabajo, entrada de empresas potentes en los consejos de administración de cada medio y el consecuente advenimiento de los medios digitales-, además del llamado Procés, han percutido de forma demencial en la exactitud de la información, algo, por otra parte, copiado por cada uno de nosotros cuando nos aventuramos a navegar por las redes sociales, escribiendo entradas que solo afectan al bando contrario, nunca al propio. Es tanto el interés de cada medio/bando en desacreditar al oponente, que hasta se ha descuidado el manejo de las palabras, prefiriendo los insultos e injurias como argumentación, al no estar integrado el objetivo de las diatribas en el bando propio. Los periodistas de la actualidad, muy mal pagados, por cierto, obedecen sin contestación, plegándose a los intereses de quien les da de comer, que por cierto no son los directores de turno, sino las grandes empresas que los sustentan a través de la publicidad y/o siendo parte integrante del capital social. Con tanto interés por mantener los bloques se favorece la proliferación de fake news o noticias falsas, si bien es cierto que difundidas mayoritariamente por medios digitales de escasa credibilidad y que nosotros, con entusiasmo y pasión, nos aventuramos a difundir para aumentar esa sensación de que hay una lucha sin cuartel entre dos bandos: negro y blanco.


         Viene todo esto a cuento tras las dos últimas noticias de calado en cuanto a la sempiterna corrupción. La primera es que en Andalucía ha aparecido documentación guardada en cajas fuertes relativa a los ERES. La otra, que en Madrid han aparecido contratos con un 1% para el PP. Pues bien,  si miramos en un buscador, comprobaremos que mientras los medios digitales de izquierda hablan del negocio madrileño, los de derecha no dicen o dicen poco. Por contra, mientras los del bloque de la derecha hablan del negocio andaluz, los del bloque de la izquierda no dicen o dicen poco. Algo que hoy tendrá su continuidad en las redes sociales. Dos escándalos de primera magnitud como estos pasarán a un segundo plano por mor de todo lo concerniente a la eterna investidura del Sr. Sánchez ¿No habrán firmado ambos bandos un pacto de no agresión?, o sea: yo no saco lo tuyo si tú no sacas lo mío.



       Algo tan fundamental como es la prensa, el cuarto poder según algunos, se ha convertido hoy, en un aparato al servicio de intereses partidarios, dejando de ser el instrumento informador y objetivo de antaño, salvo honrosas excepciones que se podrían contar con los dedos de una mano. La periodista Susana Quadrado decía en un artículo que el periodismo de ahora "es alérgico al gris y al tecnicolor. Pervierte la información y envenena la opinión. Sólo se mueve entre dicotomías: blanco o negro, cobarde o valiente, todo o nada, victoria o derrota, ahora o nunca. Sinceramente, acojona. Se construye gritando, ensordece (o ridiculiza) el razonamiento, el contexto y las voces discrepantes. Quien lo practica se cree en posesión de la verdad absoluta y habla a su audiencia sólo de lo que esta audiencia cree o quiere creer. Ocurre desde hace tiempo, aunque antes no era tan apoteósico como ahora". Yo ahí lo dejo.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Sentencia de los ERE

   La sentencia, no por esperada, deja de ser un escándalo de primera magnitud, volviendo a poner de manifiesto como norma general que, allá donde los gobiernos se perpetúan sin la saludable alternancia, -el PSOE dirigió la política andaluza durante más de 37 años- es más factible que surjan corrupciones como esta de los ERE, que abarca de 2000 a 2009. El fallo es demoledor, anunciando que se repartieron 680 millones de euros sin un control estricto, suponiendo un desdoro para la Socialdemocracia. Me parece a mí que el Sr. Sánchez y la Sr. Díaz, como máximos dirigentes del partido a nivel nacional y andaluz, deberían de pedir disculpas sin demora, tomando medidas contundentes que eviten de una vez por todas nuevos episodios que solo favorecen la descomposición de las instituciones y el descrédito generalizado hacia la política.



      La condena de los expresidentes andaluces, Sres. Chaves y Griñán, ha desatado todo tipo de comentarios y críticas, hasta el extremo de que políticos de la oposición y medios de comunicación afines, reclaman responsabilidades políticas al Sr. Sánchez, o sea: su dimisión, lo cual es, cuando menos, contradictorio, por no decir algo más grueso. Sin ir más lejos, el nº 2 del PP, el Sr. García Egea, manifestaba ayer, la obligación de dimitir por parte del presidente en funciones si no daba explicaciones en relación a los ERE. Es tan absurdo, tan burdo, como si ahora el PSOE reclamara al Sr. Casado explicaciones y responsabilidad en cuanto a las corrupciones en las comunidades de Valencia, Madrid o Castilla y León. Tratar de equiparar el caso ERE con el caso Gürtel es de aurora boreal, por la sencilla razón de que este último afecta al PP nacional el de Génova 13, el que dirigía el Sr. Rajoy, mientras aquel se circunscribe exclusivamente al ámbito andaluz. Es más, por esa regla de 3, al Sr. Casado también se le podrían pedir responsabilidades por la gestión de su antecesor y antiguo presidente de gobierno. No obstante, suponiendo que más adelante se descubrieran conexiones y/o conocimientos por parte del PSOE de Ferraz 70 con respecto al andaluz, tampoco se le podrían pedir responsabilidades por la sencilla razón de que el Sr. Sánchez era concejal en aquellos tiempos; si acaso sí se le podrían reclamar al Sr. Zapatero, entonces presidente del gobierno.




        Algunos dirigentes, como el dimitido Sr. Rivera, y la aspirante a sucederlo al frente de C's, la Sra. Arrimadas, también han pedido la cabeza del presidente en funciones, argumentando algo muy parecido a lo esgrimido por dirigentes populares. La presumible futura dirigente del partido naranja se deja atrapar por la contradicción que supone pedir el cese del Sr. Sánchez y no reclamar con el mismo entusiasmo el del Sr. Casado, ya que si ninguno de los dos se responsabiliza de los escándalos en cada una de las comunidades autónomas... Pero aún es más surrealista su petición teniendo en cuenta que C's sostiene al PP en comunidades con graves casos de corrupción como son Madrid o Castilla y León.



  En cualquier caso, y es una opinión particular, a quien se le deberían de pedir responsabilidades políticas es a la Sra. Díaz, si bien, no es menos cierto, ella no estaba integrada en el gobierno andaluz en esos años, siendo a partir de 2012 Consejera de Presidencia e Igualdad. Sin embargo, como cabeza visible del PSOE andaluz y su máxima responsable, debería de dar un paso atrás y dejar a otras personas que pilotasen una regeneración profunda del partido, pues, me figuro, que ella será de ahora en adelante un obstáculo insalvable para recuperar el gobierno de la Comunidad a medio plazo. Si la expresidenta no asume la ineludible dimisión, deberían de ser sus propios compañeros, o en su defecto la militancia, quienes la convencieran de la rémora que supondrá para el PSOE su permanencia en el cargo.



     Por último, la sentencia de los ERE confirma una vez más el atolondramiento generalizado de nuestra clase política, el sesgo de algunos medios de comunicación tratando de buscar concomitancias entre las sentencias Gürtel y ERE, entre los Sres. Rajoy y Sánchez, y la polarización ciudadana, dejándose llevar por el apasionamientos de sus representantes sin pararse a pensar si tienen una valoración propia y no mediatizada. Al Sr. Sánchez se le pueden criticar muchas cosas y con razón, incluso podría pedirse que renunciara por otras cuestiones, pero pedir su dimisión por el caso ERE es sacar las cosas de quicio. A este paso vamos a hacerle responsable de los tiempos corruptos en los últimos gobiernos socialistas del Sr. González.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Reflexiones tras el 10N

       
        Hay unas cuantas particularidades que requieren un cierto análisis para comprender el puzzle que nos ha dejado el escrutinio. No obstante, y para mí lo más preocupante, es que España es definitivamente un país ingobernable, al estilo italiano. El imperfecto bipartidismo que dominó la escena nacional durante más de 30 años, ha dado paso al pluripartidismo, de forma y manera que hoy es casi imposible ver la meta al final de este enredo mayúsculo de siglas e intereses particulares que son los partidos -en su mayor parte más afanados en el futuro de sus dirigentes y personalidades cercanas que en el del bienestar del País, de la ciudadanía en resumidas cuentas-, y que, fundamentalmente, viene dado a partir de la pésima gestión por parte de la UE de una crisis económica, sin precedentes -en un puñado de naciones europeas también ocurre el mismo fenómeno de la inestabilidad-, insistiendo en políticas de austeridad que han hecho pupa en una buena parte de la clase media y especialmente en las capas más bajas, zarandeadas sin miramiento, con el fin de abundar casi exclusivamente en una política monetaria que salvaguardase la viabilidad de la moneda euro, dando como resultado una desigualdad insoportable que es al fin y a la postre el detonante para la búsqueda por parte de los potenciales electores de soluciones a sus problemas y que las formaciones clásicas han sido incapaces de dar, poniendo en práctica ese dicho de "busque, compare, y si encuentra algo mejor, compre".



      Otro de los factores capitales y que ha servido para distorsionar el panorama político español hasta el punto de facilitar el crecimiento exponencial de la ultraderecha representada por Vox, ha sido la cuestión catalana, jamás resuelta, y me temo insoluble en el corto-medio plazo, a tenor de la mediocridad de nuestra clase política. La consecuencia de tanta ineptitud es, a su vez, el aumento de la representación en Madrid de los grupos independentistas; por tanto, estamos ante la enésima representación de una retroalimentación, la representada por Cataluña y Vox: acción-reacción. España carece hoy de políticos de estado con una visión de largo alcance, con temple, tenacidad, sin importarles el coste electoral de un futuro llamamiento a las urnas,  y sin un discurso pedagógico que asuma de una vez por todas el enorme problema llamado Cataluña. Nuestra representación política en Madrid adolece de una ceguera que espanta al ni siquiera tener un diagnóstico de la realidad catalana. Si no hay un diagnóstico certero difícilmente se pueden implementar medidas orientadas a reconducir o suavizar este enorme inconveniente, difícilmente se puede poner en marcha un diálogo entre las diversas formaciones políticas cuando esa acción-reacción es la máxima imperante. PP, Vox y C's, deberían de analizar con detenimiento la escueta representación obtenida en Cataluña, 6 diputados sobre un total de 48, evidenciando que hay millones de votantes que no se sienten independentistas, pero reclaman el diálogo que dé una solución política al conflicto.


        El crecimiento tan espectacular de Vox se debe en buena medida a la sentencia del Procés y  a los días posteriores, con disturbios y cargas policiales en las calles de Barcelona, pero también a la ceguera de PP y C's, que con su afán por tocar poder han blanqueado a la ultraderecha, inconscientes, o al menos sin haber sopesado los inconvenientes de "regularizar su situación". A contracorriente de la derecha democrática española, la europea, al menos la homologable a países con más solera democrática, Alemania y Francia, siempre le ha puesto el famoso cordón sanitario. Me da pena y me preocupa su resultado: más de 3,5 millones de votantes. A esos votantes, probablemente enfadados y en busca de soluciones a sus problemas, el resto de partidos políticos sin temor a perder votos por atacar su populismo ramplón, deberían decirles que, su programa electoral es inviable por dos razones: choca frontalmente con nuestra Carta Magna, siendo, sin dudarlo, inconstitucional a todas luces, y choca frontalmente con los postulados de la UE. Su discurso xenófobo y contrario a las minorías, excluyente y que prohibe la libertad de prensa de algunos medios, dispuesto a prohibir formaciones políticas de ideologías contrarias y determinado a eliminar las autonomías, o su incapacidad para entender el propio programa económico -ni el Sr. Abascal lo conoce a fondo- lo hace inviable aquí y en la UE.


     El batacazo de C's se veía venir. La formación nacida en Cataluña en 2006 para combatir el nacionalismo pujolista se ha hundido de forma calamitosa. Con la explosión de la crisis económica y la muerte del bipartidismo pocos años después, C's desembarcó en Madrid para convertirse en el centro político a partir de postulados liberales, apostando por la regeneración,  y con la prioridad de convertirse en partido transversal, capaz de pactar a derecha e izquierda en función de las necesidades del momento. Venía por tanto a sustituir a los partidos nacionalistas y a convertirse en partido bisagra, no solo en ciudades y comunidades autónomas, también parecía tener una vocación de gobierno a nivel nacional. El error de bulto fue abandonar el centro neurálgico para intentar convertirse en el primer partido de la derecha, apostando al tiempo por el cordón sanitario al PSOE. Las primeras muestras de abandono del centro se produjeron en Andalucía. Allí, jugando al escondite con Vox, facilitó la llegada al poder del PP, pero con la ayuda inestimable de la extrema derecha. Que en Andalucía pactara con los populares tenía hasta su lógica después de tantos años de gobierno del PSOE y con casos gravísimos de corrupción a sus espaldas, pero asumir postulados de Vox... La traca final se produjo en mayo pasado, cuando el partido naranja pactaba con el PP en Castilla y León, Murcia y Madrid -en la comunidad capital  volviendo a jugar al gato y al ratón con Vox-, lugares donde los populares llevan un montón de años gobernando y también con casos de corrupción a sus espaldas, especialmente en la Comunidad de Madrid. De sopetón abandonaban el centro, renunciaban a la regeneración y volvían a normalizar a la ultraderecha. No obstante, los bandazos del otrora partido centrado se empezaron a dar un año antes, a raíz de la Moción de Censura contra el Sr. Rajoy. En mayo de 2018, C's era la formación con más opciones de alzarse con la victoria en unas hipotéticas elecciones generales. A partir de ese momento y sin plan B, más allá de que el PP fuera perdiendo apoyos a medida que crecían sus corruptelas a nivel nacional, el Sr. Rivera se quedó descolocado con el inesperado desalojo de la Moncloa del Sr. Rajoy. Me temo, y es mi particular punto de vista, que desde entonces el líder de C's ha mantenido una inquina contra el Sr. Sánchez difícilmente disimulable, al haber desbaratado sus planes de suceder al Sr. Rajoy. Las últimas muestras de inconsistencia en el discurso de C's se confirmaron hace unos días con la firma junto a PP y Vox en la Comunidad de Madrid, apoyando la propuesta de este último de prohibir los partidos independentistas, cuando saben que es imposible, pero por hacer el caldo gordo a Vox... Al final, cuando el mimetismo es tan evidente, los votantes suelen decantarse por la copia original. Por cierto, se confirma el abandono del Sr. Rivera, algo infrecuente entre los políticos españoles y que es de agradecer.


    A pesar de las torpezas de nuestros políticos de la derecha, creo que al Sr. Sánchez se le debe endosar la parte alícuota de responsabilidad por habernos llevado a unas segundas elecciones que nadie quería, salvo Vox. Indudablemente, aunque ya no lo dijera, el presidente en funciones ha tenido presiones de la UE, CEOE, es de suponer que también de empresas potentes e incluso de sus propios barones -renunciando a una nueva lucha cruenta dentro del PSOE- para que no pactase con UP. Si a esos inconvenientes o vetos añadimos la "perspicacia" del nuevo gurú, el Sr Iván Redondo, asesor de confianza y director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, augurando no solo la victoria socialista sino el aumento de diputados en una nueva convocatoria, tenemos el desaguisado en la casa socialista. Alguien debió advertir al Sr. Sánchez que probablemente en octubre se haría pública la sentencia del Procés, con consecuencias impredecibles y de las cuales se ha alimentado Vox. El 28A, el pueblo español envió una encomienda diáfana al Sr. Sánchez, y no era otra que un gobierno progresista entre su formación y la del Sr. Iglesias, o cuando menos, un acuerdo de gobernabilidad. Por las circunstancias antedichas y también a la rigidez y máximas impuestas por el Sr. Iglesias, no se pudo llegar a un acuerdo. No obstante, de aquel aspirante a reconquistar la Secretaría General del Partido en 2017, luchando contra el aparato del partido, con el único apoyo de la militancia, que un año más tarde se hacía inquilino de la Moncloa, e incluso planteaba medidas audaces para paliar levemente la desigualdad imperante, apenas queda hoy una sombra. El Sr. Sánchez de 2019 es un inquilino más del Palacio, dócil, me temo, preparado para no incomodar a las huestes de Bruselas, lo mismito que su antecesor el Sr. Rajoy.



    El PP es la otra fuerza política que ha mejorado los resultados del 28A. Indudablemente haber bajado el diapasón de la exageración, de las declaraciones crispadas -el testigo se lo tomó el Sr. Rivera-, le ha ayudado a mejorar en 22 escaños la actual fuerza de su partido. Ahora bien, a su derecha, gracias a su incondicional aportación a normalizar a los ultras, ha crecido un partido que atiende por Vox. Mucho cuidado con cuanto vaya a hacer a partir de ahora. Es posible durante algún tiempo no actuar, dejarles, que disfruten de su triunfo; ahora bien, si lo de Cataluña no tiene solución a corto-medio plazo, se enquista y sirve de munición para disparar, al tiempo que nadie de la derecha democrática es capaz de confrontar con ellos y desenmascararlos, prefiriendo hacer seguidismo de sus exacerbados desvaríos españolistas y patrioteros, yo jamás descartaría la hipotética posibilidad, pero posibilidad al fin, del célebre sorpasso. Ojo con quién se están jugando los cuartos.


      Para terminar, ¿habrá unas terceras elecciones? Yo no las descarto. Si esto termina en un permanente diálogo de sordos, donde el consenso, el acuerdo son desechados de la vida política española, yo plantearía, aunque me pese, un cambio en la LOREG, y si no fuera suficiente, en la Constitución, de manera que se fuera a una segunda vuelta entre las dos formaciones más votadas. Es ir contra la pluralidad, lo sé, pero España no puede ser eternamente un país ingobernable. De todos modos estas modificaciones son una utopía, pues las múltiples formaciones políticas jamás se pondrían de acuerdo en algo tan radical.   






jueves, 31 de octubre de 2019

Mentirosos compulsivos

   Los líderes de los principales partidos políticos andan estos días -si obviamos el eterno asunto catalán- empeñados en convencernos de las bondades de sus respectivos programas económicos, los cuales harán que los ciudadanos españoles evolucionen favorablemente durante los próximos cuatro años, hasta el punto de vivir mucho mejor que lo hacen ahora, algo muy loable y necesario si no fuera porque los representantes de la ciudadanía mienten como bellacos con el único propósito de captar el mayor número de votos posible.



    Por si alguien lo desconoce o no lo recuerda, quiero puntualizar una vez más que los países integrados en la moneda única del Euro han cedido buena parte de su soberanía económica en favor de la UE. Eso significa que Bruselas, no solo tiene la última palabra a la hora de aceptar o no las cuentas que cada estado miembro envía para analizar, sino que trata de orientar la dirección económica de una buena parte de ellos. La máxima de la UE -se ha visto a lo largo de estos últimos años de crisis aguda- es la estabilidad presupuestaria (control férreo del déficit público de cada nación con el firme propósito, entre otros, de la supervivencia de la moneda). Sin ir más lejos, en los meses finales de mandato del Sr. Zapatero, el presidente y el entonces líder de la oposición, el Sr. Rajoy -aún regía el bipartidismo-, a indicaciones de la UE y en apenas horas, se pusieron de acuerdo para modificar nuestra constitución en 2011, con el fin de modificar el artículo 135 que daba prioridad al pago de la deuda por encima de cualquier otro gasto del Estado. Fruto de esa máxima es la Ley Montoro, que obliga a los ayuntamientos a destinar posibles superávits anuales a pagar únicamente la deuda que hubieran generado a lo largo de ejercicios anteriores.



      Con la premisa del rigor presupuestario y de la política monetaria por bandera, nuestros aspirantes a ocupar el Palacio de la Moncloa saben perfectamente que el margen de maniobra es muy estrecho. Así, el Sr. Sánchez, ha vuelto su mirada al antiguo devocionario socialdemócrata, que mantiene en la cúspide de la pirámide el bienestar social de los ciudadanos. Su mantenimiento supone un coste importante (solo la subida de las pensiones acorde al IPC supone un puñado de miles de millones que el modelo productivo nacional es incapaz de generar, de ahí el déficit permanente de la Seguridad Social). El presidente en funciones ha expuesto las medidas maestras para financiar el bienestar social y que se traduce en impuestos adicionales que, como era de esperar, a ojos de Bruselas no compensarían en ningún modo el incremento de gasto. Ojo: a los tecnócratas europeos les importa bien poco si España sube o baja los impuestos, lo que realmente les preocupa, repito, es que el presupuesto no esté ajustado.  Desde mi punto de vista, la única solución viable sería que de verdad se atajase de una vez por todas la evasión fiscal, que según expertos de la Agencia Tributaria estimaban en 2013 cercana a los 80.000 millones anuales, claro que para combatirla necesitarían muchos más medios, además de un número mucho mayor de inspectores de hacienda, y lo que es fundamental, que todas las fuerzas políticas firmasen un acuerdo para que de una vez por todas quienes más tienen más tributen, persiguiendo sin desmayo cualquier atajo, como las SICAVs, sociedades interpuestas, amnistías fiscales, o destarrando de una vez por todas las acomodaticias puertas giratorias.



    Por su parte, el Sr. Casado, esgrime, como no podía ser de otro modo desde la perspectiva de una economía liberal, la bajada de impuestos generalizada, con el fin de hacer más dinámica a la economía patria. El inconveniente, de cajón, es que al entrar menos dinero en las arcas nacionales, el bienestar social se resentiría un poco más. Creo que el Sr. Casado, como la inmensa mayoría de los votantes, sabe que en España hay un déficit acusado de: médicos, enfermeras, maestros, profesores, miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, jueces, cuidadores de personas dependientes, etc. Claro que siempre hay la alternativa barajada por los liberales, que no es otra que seguir profundizando en la privatización sanitaria, los colegios concertados y tal vez, cuando se atrevan, a privatizar parcialmente las pensiones. El Sr. Casado, como cualquier economista riguroso, sabe que esa bajada generalizada de impuestos no va a permitir un crecimiento exponencial que permita mantener los servicios básicos de la ciudadanía y que están contemplados en la Constitución. Y si no que le pregunte a su antecesor, el Sr. Rajoy, lo que debió de hacer para satisfacer a la UE.


 

    Resumiendo: ni el PSOE ni el PP, y son perfectamente conscientes de ello, van a poder aplicar cuanto reza en sus respectivos programas económicos, algo que vale para el resto de fuerzas nacionales. No nos dejemos engañar, pues finalmente serán los gerifaltes de Bruselas quienes digan la última palabra, y me temo que a ninguno nos va a gustar.

lunes, 3 de junio de 2019

Yo acuso

         Cuando se produjo la catástrofe del 11S en 2001, George W. Bush y su grupo más cercano de asesores económicos, decidieron que se había acabado el tiempo de la espera y que era el momento, no solo de combatir al maligno procedente de países remotos situados en Asia, sino de abrir la puerta de par en par a la desregulación financiera que en su momento iniciara Ronald Reagan, a la par que el liberalismo más desenfrenado comandaba UK de la mano de Margaret Thatcher. Con esa acción, Bush hijo pretendía un nuevo impulso económico sin trabas de ningún tipo para que los bancos carburaran a todo trapo y con ellos la economía de EE.UU. Lo que vino 7 años más tarde fue una crisis brutal cuyo punto de partida oficial fue la quiebra de Lehman Brothers, algo que sacudió los cimientos financieros y económicos de todo un mundo globalizado.


  El actual presidente trató en los primeros meses de 2018 de reeditar una desregulación financiera, dando al traste con las maniobras de su predecesor Obama, que, como muchos años antes había hecho Roosevelt tras el Crack del 29, trató de atajar los desmanes y desvaríos de las entidades crediticias. Afortunadamente, aquella vuelta de tuerca ultraliberal fue frenada en buena parte por el Congreso, que no estaba dispuesto a jugar de nuevo con el fuego de la avaricia.


    No hay que olvidar el lema de campaña de Trump: Make America Great Again, aunque yo añadiría que en la máxima debían de ir incluidas sus muchas empresas. Apuntando a la pérdida paulatina de influencia de USA en el contexto de la geopolítica internacional, el neoyorquino ha decidido reeditar aquellos años de la Guerra Fría, compartiendo protagonismo únicamente con la desaparecida URSS -algo a lo que no hace ascos Putin-, sin darse cuenta, ni tampoco su grupo de halcones, de que el mundo de hoy nada tiene que ver con el de hace 30 años, sin ser consciente de que estamos en un mundo globalizado, y sin reflexionar en cuanto a sus medidas económicas que, no solo van en detrimento de la estabilidad y certidumbre económica del planeta, sino que tarde o temprano se pueden volver en su contra, algo que parece confirmarse con las subvenciones de ahora mismo por valor de 16.000 millones de dólares a agricultores, los cuales empiezan a padecer los resultados de sus guerras comerciales con medio mundo. Pan para hoy y hambre para mañana.


  Hay varios economistas de prestigio que vaticinan una crisis económica global a partir de 2020 si el escenario actual no cambia. En mi opinión, tanto el Brexit, el desafío de la Italia en recesión, los populismos de Polonia o Hungría, las crisis económicas de Argentina o Turquía,  sin olvidar los conflictos sirio, venezolano, israelí-palestino o yemeni, son peccata minuta al lado de las guerras comerciales y político-militares que Trump está empeñado en comandar hasta sus últimas consecuencias. Una pista muy evidente nos la está dando el mercado bursátil, termómetro sensible al desasosiego y que suele anticipar estados recesivos y/o crisis agudas.



    Trump está dispuesto a recuperar a todo trance el prestigio de antaño, y ha decidido que China es un enemigo capital para sus intereses y también Japón, sin pararse a pensar que entre ambos países atesoran más del 30% en bonos de la deuda americana. La insensatez de disparar a cualquier obstáculo para "su bienestar" alcanza a nuestra UE, a su vecina Canadá y ahora a la pobre y vapuleada México. El resultado final es una incógnita, aunque nos podemos temer lo peor.


  La irresponsabilidad de Trump no se para ahí, ya que quiere dibujar un mapa geoestratégico con preponderancia para su país, dejando atrás el multilateralismo del que hizo gala su predecesor en la Casa Blanca. Así que la beligerancia, la renuncia al entendimiento y a los acuerdos, se plasma en su confrontación con Corea del Norte, Irán, renegando al tiempo de la política de acercamiento con la vecina Cuba, con lo cual propiciará que la isla caribeña se vuelva a cerrar y se frenen sus avances aún muy tímidos hacia la democracia, o la incógnita de si intervendrá militarmente en Venezuela. Y de añadido está el espaldarazo sin ambages a la política de limpieza étnica perpetrada por Israel contra Palestina, incluyendo el reconocimiento de Jerusalén como capital del estado judío, avivando por enésima vez el avispero de Oriente Próximo.


  Por todo ello yo acuso a Donald Trump de ser ahora mismo el mayor riesgo para nuestro planeta Tierra, y ahí deberíamos de mentar otra de sus ligerezas, cual es la de haberse salido del Acuerdo de París y de mofarse del cambio climático. Un riesgo en toda regla que debería de hacer reflexionar a sus compatriotas, pero también a quienes aún mantienen cierta influencia en la toma de decisiones a nivel global.

lunes, 6 de mayo de 2019

Reflexiones tras el 28A

  Creo, y no temo equivocarme en esta breve introducción, que si algo ha dejado de manifiesto todo este tiempo previo a las elecciones generales, es la baja calidad de nuestros políticos, seguramente los más mediocres de la historia democrática en los últimos cuarenta años. Los aspirantes a llevar las riendas de la nación no dan la talla, especialmente alguno de ellos, al cual sus acólitos y subalternos lo ven superado, creyendo que en el partido, al menos 3 ó 4 de los dirigentes que lo integran, le darían sopas con honda. Si no bastaba con escuchar las ocurrencias, estupideces, exageraciones y hasta discursos apocalíptico-belicistas por parte de nuestros representantes, los dos debates emitidos a través de las televisiones, volvieron a confirmar que España tiene un problema y muy serio con la clase dirigente, algo que se confirma en cada veredicto del CIS. Es probable que, tanto los tiempos frenéticos que nos ha tocado vivir, el empacho de redes sociales con sus más que frecuentes como indeseables fake news, además del propio formato a 4 de ambos debates en días consecutivos, ayuden muy poco a nuestros representantes, mucho más preocupados por la inmediatez de las causas-efectos que por una visión de largo alcance, donde España sea la meta y no una especie de tarta que se arroja a la cara del adversario para convertirlo en enemigo irreconciliable.


    Una de las particularidades más llamativas en 2019 es que aún siga vigente la normativa electoral de 1985. No es de recibo que en pleno siglo XXI estén sin regularse los debates para convertirlos en obligatorios. Creo que es una de las primeras medidas a tomar por parte de nuestros representantes para que en los próximos comicios electorales  no estemos de nuevo especulando al respecto. Como es un anacronismo que en los últimos 5 días de campaña se prohíban los sondeos, algo que no ocurre en otros países de nuestro entorno. Y todavía más trascendente es que elección tras elección, un porcentaje elevadísimo de ciudadanos que votan por correo no lo puedan hacer porque no les llegan las papeletas a tiempo. Creo que los partidos, Correos y la Administración, deberían de subsanar algo tan incomprensible como esto, y así, en próximos comicios, no volver a escuchar algo tan impropio en un país con más de 40 años de elecciones a la espalda.


 
    Otra de las noticias que ha dejado el 28 de Abril es el tino del CIS del Sr. Tezanos al, más o menos, clavar los resultados de las urnas. El organismo estatal, que había errado de forma mayúscula con los resultados que se iban a producir en Andalucía, y que hubo de escuchar las críticas y mofas de los diversos líderes políticos, en esta ocasión, y probablemente atendiendo con más empeño "a la cocina" de otros tiempos, se ha sacado la espina con un éxito clamoroso.


 Otra de las conclusiones que confirma la legislativa del pasado abril, es que cuando el porcentaje de votantes crece, también crece la posibilidad de que las izquierdas gobiernen (no se pueden olvidar aquellas palabras en off del defenestrado Sr. Elorriaga, al admitir que a su partido, el PP, siempre le iría mejor en un escenario con un buen puñado de abstencionistas). Históricamente, el votante de izquierdas ha sido por naturaleza más crítico que el de derechas, si bien los votantes críticos existen en todos los partidos, faltaría más.


      En cuanto al resultado final del escrutinio, debería de, me parece a mí, resaltar que, en buena medida, la victoria del Sr. Sànchez se debe al fraccionamiento de la derecha, pero también a deméritos de sus adversarios que a aciertos propios. Utilizando la vieja estrategia del Sr. Rajoy, la del perfil bajo por la cual prima por encima de cualquier otro asunto el no cometer errores clamorosos, ha dejado que los tres líderes (mejor dos, pues el más extremo apostó por no arriesgarse con entrevistas comprometedoras) del bloque contendiente, y uno especialmente, discurriera el discurso más aguerrido y alejado de la realidad con el mismo vértigo y velocidad con que consumía kilómetros y kilómetros por las carreteras españolas, rescatando la temeridad  de tiempos lejanos y al tiempo el rechazo que en su día generaba el conservadurismo preconstitucional.


     Por último, debemos de apuntar en el debe de los partidos, el escaso nivel propositivo para hacer de España un país más próspero, primando las descalificaciones, las mentiras y el juego sucio, en resumidas cuentas, la crispación. España tiene desafíos tremendos que debería de abordar más pronto que tarde. Uno es el cambio climático y que no admite más prorrogas de inacción. Si no se aborda con premura a nivel global, todo lo demás no hace falta discutirlo. El otro es el de la necesidad imperiosa de afrontar un cambio del MODELO PRODUCTIVO. La creación de riqueza española siempre se ha sustentado en la volatilidad que infla burbujas sin futuro, la especulación y, en resumidas cuentas, en la insostenibilidad a largo plazo del modelo económico. Aprovechando algo más que las buenas palabras, me parece a mí una ocasión única esta de frenar el cambio climático implimentando políticas que ayuden a un tiempo a ese tan necesario cambio de MODELO PRODUCTIVO que de una vez por todas ayude a aliviar la vergonzosa desigualdad provocada por la crisis y su errada gestión. El otro gran problema español es el asunto catalán. Olvidándonos de la crisis identitaria no haremos otra cosa que hacerla más grande y enquistarla. Desde mi punto de vista se debe de dialogar, dialogar y dialogar. Los cortafuegos sirven para un momento y para mitigar la voracidad de las llamas, pero no evitan la destrucción de lo que se quema. Al hilo de esto último, quienes abogan por la centralidad sin matices y la mano dura, deberían de leer con detenimiento los resultados del 28A, en ellos se constata el crecimiento de los nacionalismos periféricos. Es un claro aviso para navegantes. Por último, quien ostente el mando del ejecutivo, tiene la ineludible obligación de buscar el consenso para un amplio acuerdo entre todos los actores económicos y políticos a fin de que se llegue a un gran pacto económico, como lo fueron en su día Los Pactos de la Moncloa capitaneados por el Sr. Suárez. Ahora bien, me temo que la actual clase política no esté a la altura de las circunstancias. Ojalá me equivoque. Pero este es un asunto que por si solo requiere de una amplia explicación que abordaré en otra ocasión.

viernes, 15 de marzo de 2019

La política pequeñita

  Es reiterado y sintomático. Encuesta a encuesta, el CIS confirma sin compasión que tras el paro, la segunda preocupación para los españoles es la de los políticos, algo que no hace tantos años era anecdótico para la ciudadanía, anteponiendo a preguntas de los encuestadores asuntos de enjundia como los económicos o de carácter social. ¿Por qué los votantes y no votantes lo perciben así? Es una pregunta que se deberían de hacer nuestros representantes con cierta frecuencia, admitiendo al tiempo y con humildad que  están de paso, que no son otra cosa que portavoces de quienes les han elegido por un periodo de cuatro años. Si no tienen en cuenta -y me temo que no- su estado de interinidad gracias a millones de votantes, y tampoco se interpelan en cuanto a su pésima reputación, con toda seguridad la preocupación mutará a problema.


   Una de las causas fundamentales de ese descrédito generalizado -aquí y en el resto del mundo- hunde sus raíces en la crisis financiera y económica mundial del 2008 y su torpe gestión. A esta calamidad que ha roto la vida de millones de habitantes, se añadió la ausencia de verdaderos y audaces líderes políticos que se atreviesen a atemperar a los inquietos poderes económico y financiero, al tiempo de acompañar a quienes no formamos las élites de los mercados, o sea, el 99% de los terrícolas. La consecuencia inmediata es el crecimiento espectacular de las extremas, con más ímpetu de la derecha. 



   Ciñéndonos a España, conviene no olvidar que en 2011, cuando el Sr. Rajoy gana las elecciones, todavía rige el bipartidismo. C's es un grupúsculo cuya única razón de ser es su antinacionalismo catalán, combatiendo dentro de sus posibilidades al pujolismo imperante. Podemos ni siquiera ha nacido, si bien su razón de ser parte del ideario expuesto el 15M. Y Vox tampoco existía, ya que la mayoría de sus miembros estaba integrada en el ala más derechizada del PP, la minoritaria. El presidente Rajoy, un político dócil con las consignas maximalistas u ortodoxas provenientes desde Bruselas -ojo: si hubiera sido el Sr. Rubalcaba quien presidiera el Consejo de Ministros no hubiera actuado de otra manera-, se empeñó en la faena con tanto tesón, que en su herencia debería de hacerse constar la defunción del imperfecto bipartidismo y la proliferación y/o crecimiento de nuevos partidos -la pluralidad siempre es buena-; no obstante, el país es hoy mucho más ingobernable.


  Y aquí, en pleno siglo XXI, tenemos a los nuevos líderes políticos que compiten, a lo que parece, por no ocupar el último puesto en la valoración de sus compatriotas. Ninguno llega al aprobado raspado, mientras alguno lucha "con denuedo" para no bajar del 3. La nueva clase política se empecina en hacer a la vieja más creíble y posibilista. Yo me pregunto qué opinarían relevantes personalidades como los Srs. Fernández Miranda o Suárez, artífices de la Transición, si vieran a sus sucesores jugando a hacer política pequeñita. Porque eso es lo que están haciendo nuestros representantes.


    Más preocupados por sus respectivos partidos políticos, por la evolución de las encuestas, por colocar a sus personas de confianza en los primeros puestos, por impugnar cualquier iniciativa del adversario, por torpedear consensos o por mentir a sabiendas, que por buscar soluciones a las mil y una dificultades de sus representados, son el perfecto caldo de cultivo para el desafecto y repudio de nuestros representantes. Para desgracia de España, a esta no la tienen en la cabeza como sí lo hacían los grandes estadistas. Nuestros políticos, que muchas veces se comportan como aficionados, se olvidan de abordar con convicción la clase de país que necesitamos. Sorprende y sonroja que ningún partido o líder plantee con valentía que hay que hacer una transición rápida del modelo ambiental hacia una ecología de verdad y sostenible en el tiempo; una oportunidad pintiparada para profundizar en ese más que necesario cambio de modelo productivo. Porque el cambio de modelo productivo -robótica, nuevas tecnologías, biomedicina, energías alternativas a las de origen fósil, I+D+i, etc.- es indispensable si España quiere dejar de ser la nación de las burbujas (turística, construcción y alquileres), especuladores y temporalidad, con bajo valor añadido de sus productos, y expuesta más que ninguna otra en la UE a nuevas recesiones -tenemos una en Europa a la vuelta de la esquina-. 


   Como atemoriza que nadie tenga un plan serio y creíble para nuestros jóvenes. Ellos serán los que lleven las riendas de España y mantengan la estabilidad económica. Pero, ¿con sueldos ínfimos/cotizaciones bajas, temporalidad, sin incentivo alguno para tener hijos, con alquileres por las nubes, baja formación? Nuestros políticos deberían de saber que si esa es la perspectiva sin ninguna otra alternativa, olvidémonos de alta natalidad, olvidémonos de la sostenibilidad de las pensiones, renunciemos a un cambio profundo de nuestras estructuras productivas. Y así, muchísimos inconvenientes más, como por ejemplo la desaparición de la vida rural, y con ella el abandono de los montes,  situación óptima para la quema y desertización del terreno.


  Por desgracia, hoy prima el cortoplacismo. La prioridad para nuestros políticos es a ver quién sale más en los medios, las ocurrencias de unos y otros, escudriñar en el mínimo detalle en la vida del adversario, soltar los exabruptos más impactantes, invadir las redes sociales de fake news, hacer una competición de facto para proclamar al más patriota de todos los contendientes, etc. Mientras nos olvidamos de otro de los asuntos capitales, como es la reforma de la Constitución que hace aguas por muchos poros.

  En resumidas cuentas yo me hago una pregunta esencial: ¿Realmente alguno de estos 5 políticos que todos tenemos en la cabeza es merecedor de convertirse en el próximo inquilino de la Moncloa?

     

lunes, 25 de febrero de 2019

Argumosa 11, o los desmanes del ultraliberalismo económico

  El axioma liberal dice que la mejor regulación es la que no existe, un execrable error que propició en buena medida la crisis financiera, dando lugar a la mayor recesión económica desde el Crack del 29. Otra de las máximas de su pensamiento es que el Estado debe de interferir lo menos posible, pasando a ser un actor secundario en el libre mercado, y a ser posible, pequeño. Es sorprendente que algún partido de la derecha abogue por su adelgazamiento vía reducción de impuestos, cuando si de algo padece nuestra querida España es de la carencia de médicos, enfermeras, docentes, policías, funcionarios de prisiones, jueces, inspectores de hacienda, etc, etc, etc.


  No hace muchos días, en las calles de Madrid se regalaban naranjas, ya que en origen al agricultor le pagan, en el mejor de los casos, la friolera de 18 Cts el kilo. Asistiremos atónitos a la campaña de la fresa, y las que vengan más adelante, por no hablar del precio del litro de leche que se le paga al ganadero. Y es que algo tan fundamental para el sustento diario está infravalorado, incluso se ignora a quien intenta vivir de ello; por cierto, como ha ido ocurriendo con otras profesiones y oficios que en su momento eran muy respetables.



  El pasado fin de semana asistíamos a un nuevo desahucio en el Bulevard de Lavapiés, a pesar del mandato de la ONU que reclamaba su paralización hasta que a los inquilinos afectados se les asegurara una alternativa a sus viviendas desalojadas. La propiedad tiene su parte de razón y la ley la ampara; sin embargo, a los afectados también les asiste un derecho cual es el de permanencia y al pago razonable de un alquiler en consonancia con el IPC.



 El problema surge hace dos años. Hasta entonces el barrio no era muy atractivo para poner negocios. Desde aquel momento se ha puesto de moda, y las viviendas que "no valían gran cosa", se han revalorizado con la llegada de comercios y huéspedes de posibles. Así que, como ocurre en otros muchos sitios de la Península y de las Islas, al albur del boom turístico incontrolado, los especuladores -fondos buitre, lobbies inmobiliarios, particulares con herencias jugosas del ladrillo y hasta algunas entidades financieras-, no quieren desaprovechar la enésima oportunidad de hacer el agosto a costa de exprimir la vaca lechera de la construcción. Mientras, la izquierda más moderada, esa que al menos en sus principios fundacionales ponía en la cúspide al ciudadano, incluso por encima del dinero, no quiere o no puede entrar a saco para regular de una puñetera vez todo este entramado de la vivienda que es una golosina para los que viven de la usura. Estamos ante una nueva burbuja inmobiliaria, ahora más enfocada al alquiler, y nadie es capaz de poner un poco de orden donde todo es un disparate, a mayor gloria de un desarrollo a todas luces insostenible y que traerá, me temo, consecuencias funestas para nuestra economía sin valor añadido.


  Antes mencioné el tema de los productos agrícolas para tratar de hacer una comparativa, y es que es injusto que a un agricultor se le pague una miseria por un kilo de naranjas o un litro de leche, mientras un propietario, persona física o fondo buitre, puede reclamar de un golpe la subida del alquiler un 200 ó 300 %. Creo que la virtud está en un punto intermedio, pero para recuperar la sensatez hace falta intervenir, si no se hace, esto se puede ir de las manos. La izquierda democrática tiene el deber y la obligación de velar por el bien de todos los ciudadanos, no de algunos. Si no lo hace, y probablemente no lo hará, vuelve a dar la razón a los más ultraliberales de la economía, quienes no hacen ascos a la desregulación del sistema, con lo cual y sin darse cuenta, vuelve a especular con su supervivencia política. 

viernes, 8 de febrero de 2019

"El relator"

  Según refiere la RAE en una de sus acepciones, relator es una persona que en un congreso o asamblea hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes. En otra de las acepciones se refiere a una persona que simplemente relata. A lo que se ve, en las últimas horas, España anda desorientada, o desnortada; o mejor habría que decir nuestros representantes y medios de comunicación con el término de marras. Desde que algún político torpe filtró "el pasteleo",  o mejor dicho la necesidad de un "relator" -aunque en realidad se trate de un mediador- para intervenir en el conflicto catalán, en esta piel de toro andamos a la gresca: unos con la necesidad irreprimible de afilar la lengua, de reafirmar su lealtad a la Patria y de volar todos los puentes de entendimiento; otros intentando recular para apagar "el fuego", no vaya a ser que se descontrole definitivamente, o sea: ni chicha ni limoná. El resultado final de tanta incompetencia es, que ese vilipendiado "relator", aún por elegir, y que parece nadie querrá ostentar al ver la que está cayendo, va a provocar una manifestación multitudinaria el próximo domingo en Madrid en contra de las presuntas cesiones gubernamentales. Increíble.


  Frivolidades aparte y ya hablando en serio.  España tiene un problema muy gordo desde hace años, y yo no sé si nuestros representantes y una buena parte de los medios de comunicación han valorado en su justa medida la verdadera dimensión del desafío catalanista. No se trata de una confrontación como la que enfrentaba a una banda de asesinos y sus acólitos al estado español. En Cataluña, y sin recurrir a la violencia, al menos dos millones de personas se sienten independentistas. Se puede controlar a políticos insurgentes o díscolos, pero no a miles y miles de catalanes que creen en otro modelo de país. ¿Qué hacemos entonces, los metemos a todos en la cárcel? Y ojo al parche con el juicio a los políticos catalanes. El próximo martes se inicia el Proceso, siendo más que probable que los encausados tengan un veredicto condenatorio con años de cárcel. El asunto -yo no sé si se ha valorado en su justa medida por parte de nuestros sesudos políticos-, es casi seguro que acabará en Estrasburgo, no siendo descartable que el Tribunal aminore las condenas o las anule, no valorando el delito como rebelión o sedición y sí como una mera infracción por desobediencia. Es el riesgo que tiene dilucidar un asunto político en instancias exclusivamente jurídicas.


   Conviene recordar que el germen de este lío monumental lo fabrica en buena medida el PP del Sr. Rajoy, que decidido a rascar votos a cualquier precio, llevó el nuevo Estatuto de Cataluña al Tribunal Constitucional, a pesar de que algunos de los artículos recurribles eran análogos a los de los nuevos estatutos valenciano y andaluz. No satisfecho con recabar firmas en su contra, el PP, entonces en la Oposición, no hizo ascos a la campaña en contra de los productos catalanes. El fallo del Constitucional anuló los artículos más controvertidos en torno al asunto identitario. A partir de ese momento, los más radicales tomaron las riendas autonómicas empujados por miles de catalanes que no querían permanecer de brazos cruzados. El resultado es que antes del veredicto de 2010 los independentistas no llegaban al 20%, hoy son casi la mitad. El Sr Rajoy, como casi siempre, se dio cuenta muy tarde de que el conflicto catalán se le iba de las manos, así que intentó tender puentes con Cataluña a través de mediadores; eso sí, con mucha más discreción y secretismo que los actuales inquilinos de la Moncloa y del Palau de la Generalitat. Así que el anterior presidente echó mano para el puesto de mediador de: su asesor Pedro Arriola, del socialista José Enrique Serrano, del lehendakari Íñigo Urkullu, del cardenal arzobispo de Barcelona Juan José Omella, etc.  Mi pregunta es muy sencilla: ¿cómo es que el Sr Casado, a la sazón vicesecretario y miembro de la Ejecutiva Nacional no dijo ni mu entonces? ¿Cómo es que el Sr. Rivera tampoco se acordó de denunciar la existencia de interlocutores? La respuesta es muy sencilla y se circunscribía a meros intereses electoralistas, pues unos estaban decididos a conservar el poder a cualquier precio, y a los otros les interesaba que el sr. Rajoy siguiera de presidente hasta las siguientes elecciones legislativas por el enorme desgaste que padecía, fundamentalmente por la corrupción desbocada. A unos y a otros se les vino abajo el plan con el triunfo de la Moción de Censura. Por descontado, convendría recordar al Sr. González, al Sr. Guerra, que ellos también echaron mano de mediadores para propiciar el diálogo con ETA, como también lo hizo el Sr. Aznar. Por si se le olvida al Sr. Casado, su mentor e ideólogo, también se sirvió de esta figura ahora condenada a los infiernos. Por favor: menos hipocresía, pues si un día llega a vivir en La Moncloa, es muy probable que usted elija a "un relator" para algún problema endemoniado.



Si no queremos que el Procés Catalá se enquiste en el tiempo y se convierta en insoluble, solo hay un camino que es el del diálogo o al menos su intento, y una enorme dosis de paciencia. La otra opción es no hacer nada, imponer el 155 ilimitado y esperar que escampe; pero ¿escampará algún día? ¿No es posible que muy al contrario siga creciendo el número de independentistas? A continuación de lo que suceda el domingo en Madrid, me temo que esa demostración de poderío, con ciudadanos enfervorizados, va a provocar el efecto contrario en Cataluña y en una buena parte de la sociedad española. Así que si la intención del tripartito integrado por PP, Cs y Vox es apropiarse de la enseña nacional y que la gente se envuelva en miles de banderas, probablemente, sin intención alguna, provoque la animadversión de otra buena parte de patriotas que se sienten españoles sin necesidad de sobreactuar, una sobreactuación que se dio durante casi 40 años por la utilización desmedida de la bandera rojigualda desde el régimen franquista y que ha dejado secuelas de incomodidad en buena parte de la izquierda. Es posible, ojalá que no, que a la ofensiva patriótica de Plaza Colón siga otra identitaria en las calles de Barcelona. Creo modestamente que los ciudadanos tienen todo el derechos a manifestarse, faltaría más; no obstante, España tiene problemas mucho más gordos que el de discernir sobre la existencia o no de "el relator", sin ir más lejos el de la escasez de médicos por los recortes, y que les impide atender con el tiempo suficiente a sus pacientes, ese sí es un asunto para abordar con seriedad y patriotismo.














lunes, 14 de enero de 2019

Las amistades peligrosas de Santiago Abascal

  ¿Alguien sabía que Santiago Abascal lleva pistola? Me quedé de una pieza al escuchar que el líder de Vox se acompaña de una Smith & Wesson desde hace años, cuando se protegía de ETA. Lo llamativo es que lo siga haciendo ahora, cuando han pasado más de 7 años desde la renuncia de la banda armada a la violencia. Creo que este dato puede arrojar luz sobre la verdadera personalidad del vasco de 42 años que, un lejano noviembre de 2013 abandonaba el PP de malas formas -tras dejar el chiringuito sin actividad alguna de la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social de la Comunidad de Madrid y por el que cobraba 82.000 € anuales, tras su caída en desgracia en el PP vasco, y la abrupta carta de despedida responsabilizando al sr. Rajoy de buena parte de los males del Partido- para dos meses más tarde enrolarse en una aventura llamada Vox.


  No sé con certeza si algún otro político de los actuales también se protege con arma de fuego, lo ignoro, aunque quiero pensar que no. Tenía su sentido en la época del plomo, cuando muchos políticos estaban amenazados de muerte. Más de uno, además de los escoltas, la guardaba bajo la americana o el abrigo invernal. Pero no era mi intención quedarme con lo "anecdótico" y sí indagar en la conexión del líder de la extrema derecha española con otras fuerzas internacionales de su mismo espectro político.


     Al sr. Abascal no le tiembla el pulso a la hora de ensalzar las virtudes de dirigentes como Salvini, Orban, Le Pen o el mismísimo Trump. Aquí habría que añadir a Putin, aunque me imagino que no lo menciona por una cierta connotación negativa de otros tiempos. Y ciertamente no es ninguna casualidad que el bilbaíno comparta buena parte del ideario ideológico del millonario americano, salvando las peculiaridades patrias de cada cual, no en vano, la conexión está más que acreditada. Steve Bannon, ex jefe de campaña de Trump, es quien en la andaluza puso todos los resortes de su capacidad organizativa en manos de Vox, no haciendo ascos a la difusión de fakes news o noticias falsas, hoy tan frecuentes, y que se propagan a velocidad de vértigo en los medios audio visuales y escritos, fundamentalmente en las redes sociales -hoy es el partido español más seguido en Instagram-,  lo mismito que circularon en USA durante la campaña presidencial de 2016 con la decisiva participación de Rusia. Steve Bannon que volverá a ser asesor principal de Vox para la campaña de mayo de las europeas, es también hoy, domiciliado en Europa, consejero preponderante de movimientos de ultra derecha y que él denomina "The Movement", movimiento bendecido en privado por el gobierno de Putin y no ensalzado públicamente para no inquietar, que hará lo indecible por erosionar y desestabilizar la unidad del Viejo Continente, a fin de recuperar el dominio e influencia que tuvo durante los tiempos de la Guerra Fría. Al fin y al cabo, aunque traten de disimular, la Casa Blanca y el Kremlin comparten el objetivo de laminar la UE y recuperar su prestigio perdido: América y Rusia lo primero, sin perder de vista los buenos negocios que el presidente americano ha mantenido y probablemente aún mantiene en la antiguamente enemiga acérrima.


  Conviene recordar que el sr. Abascal, admirador indisimulado del sr. Aznar, esgrimió como una de las varias causas para abandonar el PP, la de que se hacía muy poco por extirpar la corrupción, algo por otra parte irrefutable. No obstante, lo que no le he escuchado jamás, es admitir que la mayoría de las corruptelas se produjeron durante el gobierno del madrileño al socaire de la burbuja inmobiliaria, que a él mismo, y con el beneplácito de la sra. Aguirre, le permitió vivir a cuerpo de rey de las mamandurrias o redes clientelares de las que ahora abomina. Como es un contrasentido que su partido, que quiere liquidar el sistema autonómico y reniega de la UE se presente a las elecciones andaluzas y en mayo a otras muchas regionales, además de las europeas. Sin embargo, todo esto que digo, sí tiene su sentido bajo el prisma del pensamiento univoco de una reacción que se ha instalado en la extrema derecha europea, en USA y en Rusia, de luchar a brazo partido, cada uno a su manera,  por desbaratar la Unión Europea, algo que por otra parte se han ganado a pulso durante estos últimos 10 años los gerifaltes de Bruselas.


  De ahora en adelante, convendría saber con quién nos estamos jugando los cuartos, además de con Steve Bannon. El pacto de Andalucía no ha hecho otra cosa que dar las credenciales a un partido ultra que juega con la ventaja del descontento generalizado hacia la política y los políticos. Una de las claves para entender el auge de la extrema derecha en Europa y España, viene propiciada por la pésima gestión de la crisis económica que se ha hecho desde Bruselas, provocando tanta pupa en el sur continental, haciendo, como casi siempre, que el peso de los recortes recayera fundamentalmente sobre los más desfavorecidos, propiciando la lógica de una desigualdad extrema que amenaza con laminar a buena parte de la clase media y que no se conocía desde hacía muchos años. Si Bruselas no rectifica, es posible que los ciudadanos europeos le hagan rectificar por las bravas y ya sea demasiado tarde para transitar por el camino de la democracia. Y a la Socialdemócrata habría que decirle sin tapujos, que buena parte de responsabilidad por el auge de partidos ultras se debe a su connivencia con las élites económicas y fuerzas conservadoras que han impuesto un destino económico sin la mínima discrepancia, renunciando a sus máximas fundacionales, y por tanto incapaz de dar respuesta, o al menos intentarlo, a los muchos problemas de la ciudadanía, la cual no admite/entiende el crecimiento exponencial de millonarios y de pobres a un tiempo. Lo vuelvo a repetir: cuando uno abraza el ideario económico de otras fuerzas políticas renunciando a sus principios ideológicos, lo más natural es que el votante elija a la fuerza original y no a la copia.


  La extrema derecha nacionalista - todos los partidos que la integran lo son, pues condenan sin paliativos la globalización y todo lo que ello conlleva- siempre tiene su apogeo en momentos de crisis económicas. No hay que olvidar lo que vino tras el crack del 29, desencadenando la II Guerra Mundial, con el preámbulo del fallido golpe de estado y posterior Guerra Civil en España; si bien aquí, a la crisis económica que afloró hacia 1933-34, habría que añadir otras causas. Todo esto convendría no olvidarlo. Como tampoco debería de ignorar C's que esa postura cómoda e indolente de mirar para otro lado en la confianza de abrazar el nacionalismo español junto a Vox, a la larga le puede pasar factura, como le ocurrió a sus correligionarios de UPyD.


  Hay que desear que esa postura de defensa o ataque, según se mire, que esgrime el sr. Abascal jactándose de llevar pistola, no sea una nueva evidencia de que las posturas se empiezan a radicalizar, lo cual no nos llevará a nada bueno. Si los políticos en general, todos, no dejan de atender más a las encuestas del momento que a los problemas reales de España, si siguen más preocupados por conquistar el poder que a hacer la vida más soportable a sus compatriotas,  me temo que esto puede acabar fatal.

 

Las preguntas de la semana

  ¿Por qué nuestros sesudos políticos -de un color u otro, y lo resalto-, cuando están en la Oposición, tienen la fea costumbre de poner rep...