jueves, 17 de noviembre de 2016

¡Qué lástima!

    Me reafirmo en lo que ya pensaba hace algún tiempo, y es que para nuestra desgracia vivimos representados por la peor clase política de las últimas décadas, algo por otra parte confirmado encuesta a encuesta por el CIS: <<Los políticos en general, los partidos políticos y la política >> son percibidos como el tercer problema más grave por los españoles tras el paro y la corrupción/fraude.

  Lo traigo a colación tras el bochornoso espectáculo dado por unos y otros a cuenta del affaire del sr. Jorge Fernández Díaz, ex ministro reprobado por toda la Cámara a excepción hecha de su partido, por las escandalosas escuchas mientras hablaba con su interlocutor el entonces jefe de la Oficina Antifraude en Cataluña, sr. Daniel de Alfonso. A lo largo de la conversación, el ahora ejerciente como juez, le informaba al ex ministro de las últimas conspiraciones para sacar a la luz escándalos contra políticos de ERC y la antigua CDC.

  El martes pasado, tanto el PSOE como C's anunciaban su intención de abstenerse en la votación para elegir presidente de la Comisión de Exteriores al sr. Fernández Díaz, argumentando que existe un pacto no escrito por el cual las distintas fuerzas políticas se reparten las presidencias de las Comisiones. Solo unos días atrás, todos los partidos a excepción del popular, desaprobaban la conducta del nominado. O sea, que los señores de la Oposición de ambos partidos, para preservar el trueque o cambalache, estaban dispuestos a "tragar" con el nombramiento del catalán a cambio de una pequeña cuota de poder para sus partidos. En un partido de corte socialdemócrata es inadmisible anteponer el plato de lentejas a la ética, a la justicia y a los principios, por la sencilla razón de que sus simpatizantes no lo van a entender. En el de C's, es más asumible teniendo en cuenta su afinidad a los postulados liberales, a pesar de haber dicho por activa y por pasiva que vienen a regenerar el cotarro político patrio.

  Ayer miércoles -se ve que la indigestión no les dejó dormir a pierna suelta con los reproches que les iban a caer-, parece que a instancias de la todopoderosa sra. Susana Díaz, los socialistas prefirieron votar en contra, argumentando que el ex ministro estaba desautorizado para presidir la mencionada comisión u otra; con la sorpresa del seguidismo de Ciudadanos, que parece un partido a la espera siempre del próximo movimiento del PSOE, no vaya a quedarse solo en el apoyo al PP.

 Y digo yo: ¿no hubiera sido más sensato desde un principio decir no aun a costa de perder otras presidencias de comisiones? Pero la Oposición es lo que es, torpe, errática y sin empatía.

  En cuanto al sr. Rajoy, según parece un hombre sensato y previsible, ya no debería de sorprendernos su conducta y obstinación. Todos los medios escritos y hablados daban por hecho que al ex ministro lo iba a premiar con algún cargo de relevancia, más teniendo en cuenta su amistad de lustros. Lo predecible  se cumplió -se ve que no había en su partido otra persona más idónea para el cargo- porque las amistades jamás se deben traicionar. Nuestro presidente vuelve a tropezar en la misma piedra, como ocurrió con el sr. Soria antes, a pesar de su minoría mayoritaria, de una firme intención de regeneración (de boquilla, claro está) democrática, o de su paciencia infinita para dialogar y llegar a acuerdos con el resto de fuerzas políticas.

  Claro que, siendo mal pensado, y al hilo de algunos pasajes en las escuchas: el sr. Fernández Díaz le decía a su interlocutor sr. Daniel de Alfonso, que "el Presidente del Gobierno lo sabe", o "es un hombre discreto donde los haya", o "por supuesto, su mano derecha no sabe lo que hace su mano izquierda. Yo lo conozco muy bien, de muchos años", todo tiene su lógica. Si es cierto cuanto decía, el sr. Rajoy tenía dos opciones: si era mentira se debería de haber enfadado con su ministro y haberlo cesado en su momento, y si era cierto, pues eso, a callar y un premio por el trabajo realizado.

  Suponiendo cualquiera de las dos hipótesis, hay algo que en un político es tan fundamental como la inteligencia emocional. El sr. Rajoy parece carecer por completo de ella, dando muestras de no entender muy bien el significado de la ética y la moral, algo por otra parte entendible, teniendo en cuenta que las humanidades y más que ninguna la filosofía, apenas cuentan en su controvertida Ley de la Lomce. Naturalmente el sr Rajoy se salió con la suya, colocándolo sin rubor alguno al frente de la Comisión de Peticiones, para la cual no es necesaria votación alguna.

  ¡Lástima de partidos preocupados más por su cuota de poder que por el bien común!

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