martes, 28 de marzo de 2017

El dilema

  ¡No tienen un pase! Desde un ámbito estrictamente político, las grabaciones desclasificadas (Cortesía de la Cadena Ser), que comprometen la honestidad del presidente de Murcia, sr. Sánchez, no tienen un pase. Es posible -lo ignoro-, que judicialmente no lleguen a tener mayor recorrido.  

  En la conversación del 21-10-2014, mantenida entre don Alejandro de Pedro, conseguidor de la Púnica, y su socio, don José Antonio Alonso Conesa, se desvelaba el acuerdo para lavar la imagen del entonces Consejero de Cultura del gobierno murciano en las redes sociales, todo a cambio de 3.000 €/mes pagados, presuntamente, con fondos públicos. El acuerdo no se llevó a efecto porque 6 días después, el 27-10-2014, se ponía en marcha la Operación Púnica -es más que probable que algún otro dirigente murciano se vea salpicado en los próximos meses por episodios similares-. En este, como en otros muchos casos de utilización de las instituciones en beneficio propio, o de comportamientos poco ejemplares, vuelven a confundirse las responsabilidades política y judicial, cuando la primera jamás debería de estar supeditada a una resolución en firme de la segunda. Los exministros, sres. Fernández Díaz, Mato o Soria; la exalcaldesa recientemente fallecida, sra. Barberá o los exdiputados sres. Martínez Pujalte y De la Serna -estos últimos dejaron de integrar las listas electorales del PP-, asumieron o les hicieron asumir un coste político (en el caso del sr. Fernández Díaz, a medias), que acaso nunca lleguen a pagar judicialmente, al menos es seguro no lo hará la dirigente fallecida.

  El sr. Sánchez está investigado (el equivalente a la figura anterior de imputado) por las escuchas, pero también por el caso auditorio de Puerto Lumbreras, desde comienzos del mes pasado. C's, que le sostiene en el poder al no contar con la mayoría absoluta, le dio un ultimátum al PP para que antes del día de ayer buscara a otro presidente, bajo la amenaza de una Moción de Censura, a fin de hacerse cumplir el acuerdo de gobernabilidad en su apartado de corrupción. El PP ha incumplido el acuerdo, manteniendo al sr. Sánchez al frente del gobierno, mientras no haya una resolución judicial que lo condene. Los otros dos partidos, PSOE y Podemos, ya han llegado a un acuerdo para la Moción de Censura, pero necesitan el apoyo de C's, que también contempla la M.C., aunque no para cambiar el color del ejecutivo, sino para ir a nuevas elecciones, algo difícil de entender en el momento presente, más aún si el PP optase por unas nuevas elecciones y volviera a poner como cabeza de cartel al propio sr. Sánchez.

  Si algo ha caracterizado o caracteriza al partido del sr. Rivera, es su lucha sin cuartel contra la corrupción y su afán de regenerar la vida política. Pero choca con un problema casi insoluble que le puede llevar a contradicciones de peso, y de rebote a un desgaste tremendo; con eso está jugando el PP (como antes lo hizo con el PSOE a cuenta de la investidura del sr. Rajoy). Los populares murcianos, como los de Génova 13, saben que C's jamás va a pactar con el partido del sr. Iglesias -probablemente, de no estar representado Podemos en Murcia y sí otra fuerza, por ejemplo un grupo regionalista, el PP ya hubiera elegido un sucesor, pues C's se sentiría libre para apoyar una M.C. que facilitara un cambio de gobierno-. La estrategia de los populares es la "eliminación" de su enemigo natural, propiciando sus contradicciones y actuaciones erráticas; y si puede ser, aprovecahando donde más les duele, o sea, en el asunto de la corrupción, para que se les vuelva en su contra, como si de un boomerang se tratara. 

  El dilema está ahí, y tomen una decisión u otra, el desgaste va a ser tremendo. C's ha sido suficientemente tolerante con el PP, dándole de plazo hasta ayer para que cambiase de presidente. Los populares han hecho oídos sordos, incumpliendo el pacto de gobernabilidad, a pesar de la palabra dada por el propio sr. Sánchez. Por otro lado, podría sondear la posibilidad de unirse a PSOE y Podemos para un cambio de gobierno, pero un acuerdo con las huestes moradas podría acarrearle una sustancial pérdida de votos. Con esta disyuntiva, ¿es mejor "salvar" al Partido y permitir que el PP siga gobernando, a costa de una pérdida de credibilidad con respecto a su lucha por la regeneración? ¿Es preferible unirse a los dos partidos alternativos para facilitar un gobierno distinto, sin integrarlo? ¿Alguien tiene la solución?

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