lunes, 20 de marzo de 2017

Las reglas del juego

  Desde la semana pasada nuestro presidente muestra el gesto contrariado, además de un inusual enfado, algo impropio en hombre tan templado. Y es que casi la totalidad de la Oposición votaba a favor de derogar el Real Decreto Ley que ponía fin al monopolio de las SAGEP (Sociedades Anónimas de gestión de estibadores portuarios). Con la asiduidad de la que antes no hacía gala, en tiempos de su mayoría absoluta, trata, a través de los medios de comunicación y en el propio Congreso de los Diputados, de inculcar en el resto de fuerzas, el valor de la responsabilidad, como también evitar a España más ridículos ante Europa. Y amenaza, de forma velada, con convocar nuevas elecciones si no se garantiza la estabilidad de su gobierno. Así que apela al cumplimiento de las reglas del juego, como si únicamente fuera responsabilidad del resto de fuerzas, porque el PP (el nacional, el que gobierna desde la Moncloa y los distintios ministerios, quede claro) asume y entiende que ya las cumple.

  Conviene recordarle al sr. Rajoy, que, un no tan lejano 12 de mayo de 2010, cuando el sr. Rodríguez Zapatero "empezaba a cavar su tumba" anunciando en sede parlamentaria medidas que presagiaban los más duros recortes de la historia hasta ese momento, pues así lo ordenaba la UE para poner fin al déficit galopante producto de la crisis, su partido votaba en contra, a pesar de que, de no haber salido adelante el paquete de medidas -se aprobó con la única ayuda del entonces grupo catalán CIU-, nuestro país estaba abocado a la intervención, o cuando menos a unas nuevas elecciones; y el entonces Jefe de la Oposición lo sabía, pero prefirió no colaborar, siendo la situación más delicada, incomparable a la actual. Pero tampoco debe ignorar nuestro presidente a este respecto -a pesar del disgusto con su socio preferente-, que C's le pidió más tiempo para estudiar con detenimiento el contenido de la resolución; al fin y a la postre, las huestes del sr. Rivera llevaban en su programa la liberalización del sector. En mi opinión, el sr. Rajoy no puede apelar ahora al pacto de investidura, entre otros motivos porque el asunto de la Estiba no se contemplaba. No obstante, tiene bemoles que nuestro máximo representante no caiga en la cuenta de que ya no cuenta con la mayoría absoluta, y que eso le obliga, quiera o no, a dialogar, de verdad, para llegar a acuerdos; lo que la Oposición no va a hacer es sentarse para verse las caras y luego decir amén a todo.

  Sin embargo, donde menos pone en práctica las reglas del juego, es en el anteriormente mencinado pacto de investidura -que no de gobierno-. El sr. Rajoy da largas al catalán en asuntos de tanta enjundia, como la Comisión de Investigación de la financiación del PP, la de dos únicos mandatos para un presidente de gobierno, o la dimisión de cargos públicos cuando estén imputados (véase el caso de Murcia). Al respecto -no debe haber la mínima duda de que al PP le interesa la laminación de C's al estar compitiendo en un espacio electoral común-, alguno de sus dirigentes más relevante hablaba del pacto de las lentejas -rebajando la trascendencia del acuerdo- para que don Mariano Rajoy pudiera ser de nuevo presidente.

  Conviene tener en cuenta que el monopolio de la Estiba se remonta a la época de Franco. No obstante, para el recuerdo queda la ley 48/2003 del gobierno del sr. Aznar, aprobaba un 26 de noviembre de 2003, ley para el régimen económico y de prestaciones de servicios de los puestos de interés general, por la cual, la Estiba, hasta entonces estatal, "pasa a convertirse en un tipo de servicio portuario básico, concebido como actividad comercial de interés general cuya iniciativa corresponde a los particulares". Desde ese momento, "las sociedades de Estiba pasan a ser sociedades de empresas portuarias"; por tanto, "dejan de ser monopolio público para convertirse en monopolio sindical", o sea: "se cataloga como un servicio profesional privado, empezando así las denuncias sobre la ilegalidad que supone restringir la competencia en este ámbito privado". En 2011 la UE advierte de la incompatibilidad de las SAGEP con el mercado libre imperante en Europa. El PSOE no está en condiciones de atender las demandas comunitarias con la que está cayendo, y a punto de ser desalojado del poder. Con su mayoría absoluta, el PP está en disposición de abordar el problema, pero sabe que los estibadores, como los controladores aéreos, tienen un poder enorme para poner patas arriba España. El PP no quiere saber nada de una paralización de mercancías en los puertos españoles y menos tras sus drásticas e impopulares medidas de recortes. En sentencia firme de diciembre de 2014, la UE obliga a liberalizar el sector o a apechugar con una multa diaria de 134.107,2 €. El gobierno del sr. Rajoy pudo acometer en solitario la reforma del sector gracias a su mayoría absoluta, pero no solo renunció, sino que en fecha de 2 de abril de 2012, el Ministerio de Fomento defendía el modelo de las SAGEP.

  Los sindicatos y la patronal del sector, estaban intentando llegar a acuerdos hace mucho tiempo, tal vez demasiado, pero eso no es excusa para que el Gobierno, unilateralmente -como hizo en su momento con la Reforma Laboral de 2012-, diera por concluidas las negociaciones, pues tuvieron 4 años de mayoría absoluta para culminar una reforma que agradara a nuestros socios comunitarios. Lo que sucede es que a partir del próximo día 24 se pueden ir sumando los más de cien mil € de multa diaria, y el sr. Rajoy no quiere más tirones de oreja por parte de Europa, al tiempo que desea que el resto de fuerzas políticas se retrate. Lo que se le olvida al sr. Rajoy, es que para llegar a consensos, cuando su partido está representando a solo un tercio de los votantes de junio pasado, hay que dialogar mucho, armarse de paciencia y manejar la flexibilidad, algo de lo cual dudo, teniendo en cuenta el resbalón de su ministro de fomento, el sr. De La Serna, que a lo que se ve no traía los deberes hechos. Pase lo que pase se terminará llegando a un acuerdo, un acuerdo, me temo, que va a suponer a las arcas públicas un buen pellizco, por no hacerse las cosas con sensatez (esa de la cual hace gala el sr. Rajoy) y a su debido tiempo.



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