lunes, 22 de febrero de 2016

God save the queen

  Un amigo mallorquín me decía ayer que la UE se parece cada vez más a aquellos círculos recreativos de pueblo en pleno franquismo, donde sus socios más encumbrados mantenían ciertos privilegios vedados al resto, que eran la mayoría. En aquella sociedad de los años 50, quien realmente atesoraba dinero, era quien tosía cuándo y cómo quería, sin que nadie le tosiera encima al pudiente protagonista, no fuera a incomodarse y acabara en consecuencias impredecibles para el normal funcionamiento del club.

  En 1951 Alemania y Francia crean la CECA, germen de lo que sería el MCE de 1957 y que planteaba la libre circulación a largo plazo de capitales, mercancías y trabajadores. Durante muchos años el Mercado Común Europeo no fue más que eso, un mercado. A lo largo de los años y más en concreto a partir de la firma del Acta Única de 1986, se plantea una ambiciosa profundización en lo concerniente a la libertad de trabajadores y capitales -más tarde se abordaría la prestación de servicios-, que concluye con la creación del euro, a pesar de que entre los países socios no se había logrado ninguna de las convergencias indispensables para dar fortaleza y estabilidad a la moneda única, es decir: fiscal, financiera y parcialmente la monetaria.

  Los años que llevamos del nuevo milenio, y particularmente los que van desde el estallido de la crisis de 2007/08, solo han provocado retrocesos para los derechos de los ciudadanos, el pisoteo del espacio Shengen, además de que los socios más poderosos puedan flexibilizar algunas de sus obligaciones, como el déficit que Francia y Alemania tuvieron al inicio de la presente centuria, o que la misma Francia pida de nuevo más margen para corregir el déficit, porque está enfrascada en la lucha antiterrorista contra el EI, sin que nadie se atreva a llevarle la contraria. En el lado opuesto, ese donde no se permiten concesiones, están Portugal, España, Italia o Grecia, incapaces de tenerse en cuenta sus cuitas, pues son socios que apenas pintan nada -tal vez los azzurros enarbolen algo mejor el pincel-, ni tampoco tienen algo sugerente que ofrecer, mucho menos Grecia, un país fallido y que ha servido de cobaya para experimentar con las medidas de austeridad más groseras que han ahondado en la miseria e inviabilidad de sus ciudadanos, europeos por otra parte, como son los alemanes o los británicos.

   UK que entró en el MCE en 1973, hace años que se debate en la encrucijada de salirse o no de la actual UE. Por suerte para ellos, mantuvieron la libra, algo que les da un margen de maniobra que otros países no tienen. UK ha sido a lo largo de los años la nota discordante de la UE, para muchos la oveja negra imposible de llevar al redil. Separada geográficamente del Continente, es una de las naciones, si no la principal, donde más abunda el euroescepticismo entre sus habitantes. Las autoridades vienen planteando cierta relajación en lo concerniente a uno de los 4 principios fundamentales de la UE, cual es el de la prestación de servicios y más concretamente en lo que afecta a la médula espinal de los derechos sociales para los ciudadanos europeos.  Si bien es cierto que no de manera satisfactoria al 100%, pues esos derechos sociales se irán reduciendo, pero progresivamente, UK se ha salido con la suya porque sus socios tienen pánico al Brexit o a cuanto pudiera suceder en la UE sin un socio tan encumbrado. Llama la atención que nuestro presidente en funciones, el sr. Rajoy, tan defensor de la igualdad entre todas las autonomías patrias, no plantee la mínima objeción a algo tan discriminatorio y que supone un acontecimiento más en el retroceso de la UE, y con ello del bienestar de los ciudadanos para proteger una vez más al euro y la economía desatada que implementan conservadores y liberales con la connivencia vergonzante de la socialdemocracia.

  Así que hoy, la UE se parece un poco más que ayer, pero menos que mañana, al antiguo MCE, un mercado dispuesto para lo que pueda venir, como el advenimiento del TTIP, una bicoca según los adalides del neoliberalismo, pero que siendo la panacea para todos los males económicos, se negocia en el más absoluto de los secretos, ¿por qué será? Algún día habrá que escribir en relación al tema.

  Una vez más, y van, el pragmatismo del dinero se ha impuesto con creces a los muchos derechos de la población, avanzando la UE a marchas forzadas hacia la perversión en las prioridades, además del retraimiento de los derechos fundamentales de quienes hacemos de Europa algo tangible y no una entelequia imaginada por quienes nos mandan.

 

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